Sí existe un límite a la capacidad de perdonar de Dios: no reconocer el propio pecado. El Papa nos vacuna así contra el vano intento de banalizar el pecado.
Sí existe un límite a la capacidad de perdonar de Dios: no reconocer el propio pecado. El Papa nos vacuna así contra el vano intento de banalizar el pecado.