
En el Año Jubilar. Al comienzo de la Cuaresma
Al inicio de la Cuaresma, volvemos a asombrarnos al contemplar el misterio de nuestra salvación.
Al inicio de la Cuaresma, volvemos a asombrarnos al contemplar el misterio de nuestra salvación.
Con la esperanza podemos vivir con alegría y serenidad nuestro presente, pues Jesús nos asegura un futuro confiable y un horizonte luminoso.
1) Para saber «Si amas al Señor, “necesariamente” has de notar el bendito peso de las almas, para llevarlas a Dios.» (San Josemaría, Forja, n. 63,).
Recordemos que el hombre fue creado por Dios “a su imagen y semejanza”, pero al pecar se desfiguró.
Dios desea la salvación de todos. Por ello estamos ciertos que nunca nos faltarán las luces para encontrar la verdad.
Tener un corazón católico significa no excluir ni discriminar a nadie.
Guadalupe y Aparecida son manifestaciones programáticas de esta creatividad divina. Bien sabemos que esto está en la base sobre la que se apoya la religiosidad popular de nuestro pueblo.
A veces alguien puede pensar: “Yo me salvo al portarme bien”, y no tiene en cuenta que si es salvado no es por sí mismo, sino por Jesucristo que murió en la cruz.
Si creciéramos en la conciencia de que le debemos nuestra salvación a Jesús, viviríamos profundamente agradecidos y dispuestos a corresponderle.
La misericordia infinita y la justicia perfecta de Dios no se contraponen: la misericordia de Dios es lo que hace que se cumpla la verdadera justicia.
El 18 de octubre se realizó la Santa Misa y Canonización de los Beatos Louis Martin y Marie Zélie Guérin, Vincenzo Grossi y Maria de la Purísima.
Dinero, placer y el éxito deslumbran, pero luego desilusionan; Jesús es el único que puede apagar nuestra sed de felicidad, dice el Papa en el Ángelus.