
Virtudes y vicios (5). ¿Poseo o soy poseído?
La avaricia corrompe la voluntad del hombre inclinándolo a poner su corazón en los bienes materiales.
La avaricia corrompe la voluntad del hombre inclinándolo a poner su corazón en los bienes materiales.
El confort, las comodidades y facilidades que disfrutamos actualmente nos han hecho perezosos, acomodaticios y han logrado arrebatar a nuestra alma el anhelo de los bienes espirituales.
La Pasión de Cristo fue brutal, cruel e implacable porque nuestros pecados son brutales, crueles, atroces.
La ternura no es en primer lugar una cuestión sentimental, sino la experiencia de sentirse amados precisamente en nuestra miseria.
“No se puede reducir la fe a azúcar que endulza la vida. No se puede. Ha venido para llevar luz donde hay tinieblas. Por eso las tinieblas luchan siempre contra Él”.
La persona humana es como ese “ángel cautivo” que falta liberarlo para que alcance su plenitud: la educación se dedica a lograr sacar lo mejor de cada uno.
Todos debemos aprender a ser misericordiosos, a perdonar sin guardar rencor. Además de reconocer que todos somos pecadores y necesitamos misericordia.
Los males en el mundo no los puede erradicar Dios de un solo tajo, pues con esto mucho bien del que hoy tenemos se acabaría.
Detente, mira y vuelve. Vuelve a la casa de tu Padre. ¡Vuelve!, sin miedo, a participar de la fiesta de los perdonados.
A veces alguien puede pensar: “Yo me salvo al portarme bien”, y no tiene en cuenta que si es salvado no es por sí mismo, sino por Jesucristo que murió en la cruz.
El Papa en su discurso habla de la lucha contra el pecado, la reclusión, la fraternidad y el apoyo de la familia.