
Virtudes y vicios (17). No dejarse envenenar
La templanza permite disfrutar más de los bienes y placeres, y proporciona una alegría verdadera.
La templanza permite disfrutar más de los bienes y placeres, y proporciona una alegría verdadera.
Es primordial y necesario, tal vez hoy más que nunca, educar en el sentido de justicia y fomentar la cultura de la legalidad.
La justicia es una virtud social por excelencia. No fácil de obtener, pero indispensable para alcanzar la paz.
Dios no espera nuestros esfuerzos para venir a nosotros y no se rinde si tardamos en responderle; al contrario, Él toma la iniciativa.
Recordemos que el hombre fue creado por Dios “a su imagen y semejanza”, pero al pecar se desfiguró.
La Navidad nos recuerda que Cristo vino al mundo para facilitar y hacer posible que el hombre conozca la Verdad y pueda poner su corazón en Dios.
“Lutero, con su perverso sistema de someter la palabra de Dios al examen y juicio de cada uno, hizo más daño a la religión católica que todos los herejes de la época pasada”.
Hoy en día, se quieren las cosas inmediatas. Sí se quiere mejorar, pero que sea rápido. Hay que aprender de las frutas, que requieren de tiempo para madurar.
El amor no es envidioso por lo que debemos enseñar a nuestros hijos a alegrarse con la felicidad de los demás.
Los miles de niños que no alcanzarán a ver la luz, quizá millones, gritan clamando justicia. La justicia que nosotros, por ahora, somos incapaces de garantizar.
Estamos en una situación de crisis que requiere de la cooperación y solidaridad de todos.
En el corazón de cada persona existe un anhelo de luz, de hambre y sed de justicia que el Espíritu Santo se encarga de dar.