
10 de mayo, el matrimonio y la felicidad
“Cada hijo es un reflejo viviente del amor conyugal entre los esposos, signo permanente de la unidad y síntesis viva e inseparable del padre y de la madre”.
“Cada hijo es un reflejo viviente del amor conyugal entre los esposos, signo permanente de la unidad y síntesis viva e inseparable del padre y de la madre”.
Dice el Papa Francisco que el amor conyugal une a los esposos y que es enriquecido por la gracia del sacramento del matrimonio.
El matrimonio es una vocación divina, un Sacramento, un vínculo que concreta, expresa y hace posible una entrega mutua total, exclusiva e indisoluble.
El sacramento del matrimonio es un gran acto de fe y de amor: muestra el coraje de vivir aquel amor que empuja a seguir adelante.