Virtudes y vicios (24). Un amor que va más allá
El papa Francisco nos invita a pedirle al Señor que aumente nuestra caridad y nos conceda un corazón abierto y generoso para no ser indiferentes ante las necesidades de los demás.
El papa Francisco nos invita a pedirle al Señor que aumente nuestra caridad y nos conceda un corazón abierto y generoso para no ser indiferentes ante las necesidades de los demás.
San Pablo describe a la Iglesia como un cuerpo con sus diferentes miembros, para explicar la variedad de sus carismas.
“El mayor mal es la falta de amor y caridad, la terrible indiferencia hacia nuestro vecino que vive al lado de la calle, asaltado por la explotación, corrupción, pobreza y enfermedad”: Santa Madre Teresa de Calcuta.
Cuando obramos con amor, estamos permitiendo que otros descubran el amor divino y se abran a su amor.
Jesús no quiere sólo buenos propósitos, busca que vivamos nuestra fe y amor de modo concreto, con hechos de adoración y de caridad.
El amor no es envidioso por lo que debemos enseñar a nuestros hijos a alegrarse con la felicidad de los demás.
La obediencia, siendo algo bueno, requiere, como cualquier virtud, de la caridad.
La alegría es uno de los doce frutos del Espíritu Santo que San Pablo menciona y que el Catecismo de la Iglesia Católica recoge.
El viaje de la cuaresma es un éxodo: así como el pueblo judío pasó de la esclavitud a la libertad, nosotros debemos recuperar la libertad dejando la soberbia y falsedad.
El Papa nos señala que fuimos hechos para el amor. Por ello, hay en nosotros la “ley de éxtasis”, que nos invita a salir de uno mismo para hallar en el otro un crecimiento de su ser.
El encierro nos hace más irritables y estar todos juntos, todo el tiempo, genera sentimientos difíciles de procesar.
Podemos crecer en espiritualidad dedicando un tiempo para Dios y así vernos protegidos de las tentaciones.