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Ángelus 10 enero 2016

Papa: Bautismo, fecha de nuestro renacimiento como hijos de Dios

 

Durante el Ángelus del 10 de enero, el Papa Francisco celebró el Bautismo de Jesús haciendo memoria de nuestro Bautismo recordando el Evangelio que presenta a Jesús en las aguas del río Jordán.

 

Papa Francisco: Escribe San Lucas: “Mientras que Jesús fue bautizado y estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”. De este modo Jesús es consagrado y manifestado por el Padre como el Mesías salvador y liberador.

 

También rememoró el pasaje del bautismo de Juan Bautista basado en el símbolo del agua.

 

Papa Francisco: El Espíritu Santo en el Bautismo cristiano es el artífice principal: es Él que quema y destruye el pecado original, restituyendo al bautizado la belleza de la gracia divina; es Él que nos libera del dominio de las tinieblas, es decir, del pecado, y nos traslada al Reino de la luz, es decir, del amor, de la verdad y de la paz.

 

Expresó que el Espíritu Santo recibido por primera vez el día de nuestro Bautismo nos abre el corazón a toda la verdad.

 

Papa Francisco: El Espíritu empuja nuestra vida hacia el camino laborioso pero gozoso de la caridad y de la solidaridad hacia nuestros hermanos. El Espíritu nos dona la ternura del perdón divino y nos impregna con la fuerza invencible de la misericordia del Padre.

 

El Santo Padre finalizó invitando a cada uno de nosotros a buscar nuestra fecha de Bautismo porque implica un festejo por ser nuestro renacimiento como hijos de Dios.

 

Texto completo 

 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

 

En este domingo después de la Epifanía celebramos el Bautismo de Jesús, y hacemos memoria grata de nuestro Bautismo. En este contexto, esta mañana bauticé a 26 recién nacidos. ¡Recemos por ellos!

 

El Evangelio nos presenta a Jesús, en las aguas del río Jordán, al centro de una maravillosa revelación divina. Escribe San Lucas: “Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”. De este modo, Jesús es consagrado y manifestado por el Padre como el Mesías salvador y liberador.

 

En este evento –testificado por los cuatro Evangelios– tuvo lugar el pasaje del bautismo de Juan Bautista –basado en el símbolo del agua– al Bautismo de Jesús “en el Espíritu Santo y en el fuego”. De hecho, el Espíritu Santo en el Bautismo cristiano es el artífice principal: es Él que quema y destruye el pecado original, restituyendo al bautizado la belleza de la gracia divina; es Él que nos libera del dominio de las tinieblas, es decir, del pecado y nos traslada al reino de la luz, es decir, del amor, de la verdad y de la paz.

 

Éste es el reino de la luz. ¡Pensemos a la dignidad que nos eleva el Bautismo! “Mirad qué amor tan singular nos ha tenido el Padre que no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos”, y lo somos realmente, exclama el apóstol Juan. Tal estupenda realidad de ser hijos de Dios comporta la responsabilidad de seguir a Jesús, el Siervo obediente, y reproducir en nosotros mismos sus rasgos, es decir: mansedumbre, humildad, ternura. Y esto no es fácil, especialmente si en torno a nosotros hay tanta intolerancia, soberbia, dureza. ¡Pero con la fuerza que nos llega del Espíritu Santo es posible!

 

El Espíritu Santo, recibido por primera vez el día de nuestro Bautismo, nos abre el corazón a la verdad, a toda la verdad. El Espíritu empuja nuestra vida hacia el camino laborioso pero gozoso de la caridad y de la solidaridad hacia nuestros hermanos. El Espíritu nos dona la ternura del perdón divino y nos impregna con la fuerza invencible de la misericordia del Padre. No olvidemos que el Espíritu Santo es una presencia viva y vivificante en quien lo recibe, reza con nosotros y nos llena de alegría espiritual.

 

Hoy, fiesta del Bautismo de Jesús, pensemos en el nuestro, en el día de nuestro Bautismo; todos nosotros hemos sido bautizados, agradezcamos este don. Y os hago una pregunta: ¿Quién conoce la fecha de su Bautismo? Seguramente, no todos. Por eso, os invito a ir a buscar la fecha preguntando por ejemplo a vuestros padres, a vuestros abuelos, a vuestros padrinos, o yendo a la parroquia. Es muy importante conocerla porque es una fecha para festejar: es la fecha de nuestro renacimiento como hijos de Dios. Por eso, la tarea para esta semana: ir a buscar la fecha de mi Bautismo. Festejar este día significa reafirmar nuestra adhesión a Jesús, con el compromiso de vivir como cristianos, miembros de la Iglesia y de una humanidad nueva, en la cual todos somos hermanos.

 

La Virgen María, primera discípula de su Hijo Jesús, nos ayude a vivir con alegría y fervor apostólico nuestro Bautismo, recibiendo cada día el don del Espíritu Santo, que nos hace hijos de Dios.

 

Saludos:

 

Os saludo a todos vosotros, fieles de Roma y peregrinos llegados desde Italia y desde diferentes países.

 

Saludo en particular a los estudiantes del Instituto Bachiller Diego Sánchez de Talavera La Real, España; al coro de los Alpinos de Martinengo con sus familiares; al grupo de adolescentes de San Bernardo en Lodi.

 

Como decía, en esta fiesta del Bautismo de Jesús, según la tradición he bautizado a numerosos niños. Ahora querría hacer llegar una especial bendición a todos los niños que han sido bautizados recientemente, pero también a los jóvenes y adultos que han recibido desde hace poco los Sacramentos de la iniciación cristiana o que se están preparando para ellos. ¡La gracia de Cristo os acompañe siempre!

 

Os deseo a todos un feliz domingo. No os olvidéis de la tarea para casa: buscar la fecha del Bautismo. Y por favor, no os olvidéis también de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

 

 

@voxfides

mm@yoinfluyo.com

 


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