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Ángelus 03 enero 2016

El mal está agazapado ante nuestra puerta, alerta el Papa

 

Este domingo 3 de enero el Papa Francisco recordó el Evangelio de San Juan, que habla de la Palabra creadora de Dios.

 

Papa Francisco: La Palabra es la luz, y sin embargo los hombres han preferido las tinieblas; la Palabra vino entre los suyos, pero ellos no la han acogido. Le han cerrado la puerta en la cara al Hijo de Dios. Es el misterio del mal que asecha también nuestra vida y que requiere por nuestra parte vigilancia y atención para que no prevalezca.

 

Reflexionó sobre el Génesis que dice que el mal está agazapado a la puerta y que en cambio estamos llamados a abrir de par en par la puerta de nuestro corazón a la Palabra de Dios, a Jesús, para llegar a ser así sus hijos.

 

Papa Francisco: Si acogemos a Jesús, creceremos en el conocimiento y en el amor del Señor y aprenderemos a ser misericordiosos como Él.

 

Pidió que en este Año Santo de Misericordia nos acerquemos al Evangelio, lo meditemos y lo encarnemos en la vida cotidiana.

 

Papa Francisco: Ésta es la vocación y la alegría de todo bautizado: indicar y donar a los demás a Jesús; pero para hacer esto debemos conocerlo y tenerlo dentro de nosotros, como Señor de nuestra vida. Y Él nos defiende del mal, del diablo, que siempre está agazapado ante nuestra puerta, ante nuestro corazón, y quiere entrar.

 

Texto completo 

 

Queridos hermanos y hermanas ¡feliz domingo!

 

La liturgia de hoy, segundo domingo después de Navidad, nos presenta el Prólogo del Evangelio de San Juan, en el que se proclama que “el Verbo –o sea la Palabra creadora de Dios– se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14).

 

Esa Palabra, que reside en el cielo, es decir, en la dimensión de Dios, ha venido a la tierra a fin de que nosotros la escucháramos y pudiéramos conocer y tocar con las manos el amor del Padre. El Verbo de Dios es su mismo Hijo Unigénito, hecho hombre, lleno de amor y de fidelidad (Cfr. Jn 1,14), es el mismo Jesús.

 

El Evangelista no esconde el carácter dramático de la Encarnación del Hijo de Dios, subrayando que al don de amor de Dios se contrapone la no acogida por parte de los hombres.

 

La Palabra es la luz, y sin embargo los hombres han preferido las tinieblas; la Palabra vino entre los suyos, pero ellos no la han acogido (Cfr. vv. 9-10). Le han cerrado la puerta en la cara al Hijo de Dios. Es el misterio del mal que asecha también nuestra vida y que requiere por nuestra parte vigilancia y atención para que no prevalezca.

 

El Libro del Génesis dice una bella frase que nos hace comprender esto: dice que “el mal está agazapado a la puerta” (Cfr. 4,7). ¡Ay de nosotros si lo dejamos entrar!; sería él entonces el que cerraría nuestra puerta a quien quiera. En cambio, estamos llamados a abrir de par en par la puerta de nuestro corazón a la Palabra de Dios, a Jesús, para llegar a ser así sus hijos.

 

En el día de Navidad ya ha sido proclamado este solemne inicio del Evangelio de Juan; y hoy se nos propone una vez más. Es la invitación de la Santa Madre Iglesia la que acoge esta Palabra de salvación, este misterio de la luz.

 

Si lo acogemos, si acogemos a Jesús, creceremos en el conocimiento y en el amor del Señor y aprenderemos a ser misericordiosos como Él. Especialmente en este Año Santo de la Misericordia, hagamos de modo que el Evangelio sea cada vez más carne en nuestra vida. Acercarse al Evangelio, meditarlo y encarnarlo en la vida cotidiana es la mejor manera para conocer a Jesús y llevarlo a los demás.

 

Ésta es la vocación y la alegría de todo bautizado: indicar y donar a los demás a Jesús; pero para hacer esto debemos conocerlo y tenerlo dentro de nosotros, como Señor de nuestra vida. Y Él nos defiende del mal, del diablo, que siempre está agazapado ante nuestra puerta, ante nuestro corazón, y quiere entrar.

 

Con un renovado impulso de abandono filial, nos encomendamos una vez más a María: su dulce imagen de madre de Jesús y madre nuestra, estos días la contemplamos en el pesebre”.

 

Saludos

 

Les dirijo un saludo cordial a los fieles de Roma, a las familias y asociaciones a los diversos grupos familiares, en particular al de Monzambano, a los que recibieron la Confirmación en Bonate di Soto y a los jóvenes de Maleo.

 

En este primer domingo del año renuevo los deseos de paz y de bien en el Señor. En los momentos alegres y en aquellos tristes, pongámonos bajo su protección, Él es nuestra esperanza. Y les recuerdo ese empeño que hemos tomado en el inicio del año, Jornada de la Paz: ‘Vence la indiferencia y conquista la paz’. Con la gracia de Dios podremos ponerlo en práctica.

 

Y les recuerdo también ese consejo que muchas veces les he dado: todos los días leamos un párrafo del Evangelio, para conocerlo mejor a Jesús, para abrir enteramente nuestro corazón a Jesús y así lo podremos hacer conocer mejor a los otros. También llevar un pequeño evangelio en el bolsillo o en la cartera nos hará bien. No se olviden, cada día leamos un párrafo del Evangelio.

 

Y les deseo un buen domingo y que tengan un buen almuerzo. Y por favor no se olviden de rezar por mi. ‘Arrivederci’.

 

 

@voxfides

mm@yoinfluyo.com

 

 

 


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