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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

Testimonio sin superioridades

Preocupación papal

Recientemente, el Papa Francisco compartió diversas inquietudes con respecto a la participación de los feligreses en los grupos de pastoral. Palabras más, palabras menos, Francisco destacó que a las reuniones de esos grupos la gente va encontrarse con la alegría de los hermanos, con las conversaciones saludables entre cristianos, con los familiares y gente cercana, con aquellos que aportan algún tiempo de su agenda para integrarse en alguna actividad de ayuda.

Sin embargo, el Papa Bergoglio insistió en un punto: Algunas veces hay gente que va a buscar todo, menos a Cristo; al Cristo necesitado, al Cristo enfermo, al Cristo dolido o al Cristo que quiere reconciliar al pecador.

A ejemplo de San Junípero Serra

Y ahora, a propósito de la canonización del religioso español, a este aprendiz de escribano le parece que el tema se pone de nuevo en la mesa.

La invitación-exhortación-consigna fue diáfana: Es necesario seguir el ejemplo del religioso español, para llevar el Evangelio a quienes deambulan “Con rostro de dolor, hambre, enfermedad, pecado. Con rostro de heridas, de sed, de cansancio. Con rostro de dudas y de piedad. Lejos de esperar una vida maquillada, decorada, trucada, Jesús la abrazó como venía a su encuentro”.

Perfil de los agentes de pastoral

Como cualquiera de mis bellísimas lectoras y valerosos lectores, en medio de las dificultades nuestras de cada día, es bastante fácil que el servicio a los demás se convierta en algo rutinario y frecuentemente, insensible. Para evitarlo el Papa recomendó no alejarse de la alegría. ¡Ciertísimo! A nadie le dan ganas de seguir o escuchar a alguien que padece del “Síndrome de la Jeta Nacional”. Por eso no se vale que los monitores, liturgistas, lectores, adquieran una cara de funeraria. Leer en el ambón es un honor y llevar la Eucaristía, un privilegio.

El segundo atributo del perfil dibujado por el Pontífice es igualmente retador: “A todos” dijo Jesús “vayan y anuncien; a toda esa vida como está y no como nos gustaría que fuese, vayan y abracen en mi nombre. Vayan al cruce de los caminos, vayan… A anunciar sin miedo, sin prejuicios, sin superioridad, sin purismos a todo aquel que ha perdido la alegría de vivir”. Evidentemente, esto se aleja, con mucho, de aquellos que a semejanza de los fariseos y escribas, se sienten dueños de su parroquia, directores de la agenda de sus sacerdotes, definidores o guías de seres estúpidos o con retraso mental, incapaces de aportar, sugerir o impulsar iniciativas.

¿Cómo evitar los comportamientos tóxicos? Entendiendo el mensaje de Francisco, al señalar que la vida cobra sentido solamente cuando se entrega. Cuando se persigue el prestigio, “la cercanía con el poder”, estar en “el centro de las decisiones”, el riesgo es encerrarse en uno mismo.

El testimonio sin superioridades es definido por el líder de la catolicidad mundial con un postulado genial que impulsa el encuentro: “Vayan a anunciar que el error, las ilusiones engañosas, las equivocaciones, no tienen la última palabra en la vida de una persona. Vayan con el óleo que calma las heridas y restaura el corazón”.

La enseñanza es extraordinaria. Será por eso que este Papa me cae re-que-te-bien, aunque algunos latinos en su visita a Estados Unidos le hayan dicho “Welcome Potato”.

 

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