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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

La bendita actitud del Papa Francisco

Parece que ante la manifestación de una debilidad humana no faltan quienes comentan y difunden de manera muy sutil como un comentario adicional a la noticia de última hora, una reacción tan normal de cualquier persona. El comentario fue de reprensión a un joven a quien le dijo: ¡No seas egoísta! Una observación sin ninguna consecuencia.

Su Santidad el Papa Francisco nos ha mostrado una faceta importante de su fragilidad humana. ¡Claro que él también puede enfadarse! ¿Qué no acaso es lo que hacemos y de manera muy frecuente todos los seres humanos?

El Sumo Pontífice de nuestra amada Iglesia Católica, la única fundada por Cristo, es su Vicario y como tal goza de bendiciones muy especiales de Dios por la vida de gracia tan intensa que lleva, propiciada por el profundísimo amor que le tiene a la Sagrada Eucaristía, su intensa vida de oración y su desmedida entrega al servicio de todo quien se cruza en su camino. Prueba de ello es el desgaste que ha sufrido durante tantas horas de contacto con nuestro pueblo, y la resistencia que solamente le concede Dios y que lo ha demostrado en esta intensa visita a nuestro querido México.

Ante la efusividad de un joven que intentó acercársele de manera imprudente, el Papa tuvo la reacción de corregirlo y hacerle ver que a quien se dirigía era a un niño con capacidades especiales. Esto no es motivo de un escándalo, sino prueba de que el Papa Francisco no es un ángel, sino una persona, tan de carne y hueso, que se alegra, sufre, come, se cansa, duerme, dialoga, pero sobre todo nos ama mucho a cada ser humano y Dios le inspira para transmitirnos su amor.

Dios se ha encargado de que todos los encuentros del Santo Padre Francisco con el pueblo hayan sido un éxito, pero siempre quedarán grabados testimonios como el del encuentro con las familias, donde el joven Manuel con capacidades especiales nos conmovió y motivó a todos a echarle ganas y salir a callejear.

Oremos a Dios para que en vez de criticar, continuemos todos esforzándonos por no juzgar, estando conscientes de que quien juzgue será juzgado, y mejor busquemos aprender a escuchar para conocer las necesidades de los más desprotegidos y actuar como la Santísima Virgen María lo hizo, que a pesar de estar encinta por obra y gracia del Espíritu Santo, fue en esa muy difícil condición a una región montañosa a visitar a su prima Isabel.

Gracias Papa Francisco por demostrarnos que no eres perfecto, pero que tu acercamiento intenso, sincero y decidido a nuestro Padre Dios, te hace un hombre de bien, de muchísimo bien para todo el mundo que se convulsiona por la violencia y muerte. Además te agradecemos el hecho de que tu reacción ante ese “empujón” nos hace recapacitar sobre nuestra propia debilidad humana y los muchos defectos que como católicos tenemos que ir corrigiendo con la ayuda de Dios.

Recordemos que Dios sufre, también se enoja, llora y perdona, pues es la Fuente de la misericordia infinita.

 

 

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