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Género: teoría e ideología

La palabra “género” se caracteriza por su ambigüedad, si no en su contenido, sí en su uso. Se vuelve una llave lo suficientemente amplia que permite introducir los conceptos más dispares, las políticas más diversas a su amparo. Es el “caballo de batalla” con el que la ONU nos presiona para indicarnos cómo debemos educar y erigirse en árbitro mundial de la moralidad, al señalarnos lo que está bien y lo que está mal.

Ahora bien, los defensores del “género” argumentan diciendo que no es una “ideología” sino una “teoría”. En realidad, el “género” es tanto teoría como ideología, el problema es que nos están vendiendo como teoría lo que en realidad es ideología, o por lo menos un híbrido de ambas. Únicamente nos señalan las ventajas de este enfoque educativo (erradicar el machismo, por ejemplo), pero esconden sus graves limitaciones: promover el ejercicio precoz de la sexualidad a espaldas de los padres, confundir la identidad sexual de los niños, normalizar y aun proponer como modelo conductas homosexuales.

¿Qué afirma en líneas generales la “Teoría de Género”?

Que varón y mujer desarrollan roles distintos dentro de la sociedad, los cuales pueden ir variando con el tiempo, pudiendo ser más o menos apropiados. Sin embargo, dichos roles tienen una base biológica clara: genética, hormonal, cerebral, conductual. Lo biológico y lo psicológico van de la mano, sirviendo de base para la construcción de modelos culturales, con carácter sociológico, los cuales son variables hasta cierto punto, según tiempo y lugar. Dichos roles, son mejorables, pero su fundamento biológico es estable. No tiene sentido anularlos o erradicarlos, pues descansan en una diferencia real.

¿Cuál es la característica de la “Ideología de Género”?

Quita relevancia al elemento biológico, o intenta reducirlo al mínimo, al hecho de tener aparatos reproductivos diversos, ignorando que la diferencia también es cerebral, hormonal, psicológica. Para la ideología, la libertad prima sobre la biología. Los roles son construcciones sociales de carácter cultural, fruto exclusivo de la libertad y por tanto maleables al gusto y sin ningún tipo de consecuencias. Toca al individuo hacer uso de su libertad y decidir qué quiere ser: hombre o mujer; o mejor dicho, qué elementos quiere tomar de lo masculino y cuáles de lo femenino, en una especie de buffet, que ha cristalizado en la inflación actual de “géneros”.

¿Dónde se revela su carácter ideológico?

Para descubrirlo puede servir la crítica que hace Karl Popper de la “pseudociencia”, es decir, de un determinado grupo de conocimientos que buscan hacerse pasar por científicos cuando no los son. Popper pondrá el ejemplo del marxismo y del psicoanálisis freudiano, los cuales presumiendo ser científicos, ignoraban sistemáticamente las evidencias que surgían en su contra, revelando así su auténtico carácter dogmático y su carencia de una actitud genuinamente científica.

En el caso que ahora analizamos sucede otro tanto. Se defienden unos dogmas inconfesados y se ignora sistemáticamente toda evidencia contraria. Con Thomas Kuhn, podría señalarse a la Ideología de Género como ejemplo palmario de injerencia de factores externos en el desarrollo de la ciencia. Es decir, es una “pseudociencia” manipulada por elementos políticos, económicos y mediáticos. Busca acallar las voces discordantes, presiona para que se realicen estudios exclusivamente en la línea de la propia ideología –como en su momento hicieron el socialismo y el nazismo–, desprestigiando o ignorando a quien sostenga lo contrario.

¿Qué ejemplos se pueden mencionar que avalen tales afirmaciones?

Muchos. Como muestra un botón: Ignorar la voz del Dr. Spitzer, quien en su momento encabezó la propuesta de eliminar la homosexualidad del Manual de Trastornos Psiquiátricos, y que años después cambió de postura, publicando un extenso estudio, donde documenta 200 casos de personas homosexuales que siguiendo un tratamiento llegaron a ser heterosexuales. No quedó allí, sino que por vía legal se prohibió en Estados Unidos que se diera ese tipo de terapia a quienes libremente la solicitasen. En cambio se ha creado un neologismo -“homofobia”- que viene a ser una nueva patología, donde entramos todos aquellos que no estemos de acuerdo con su postura, obviamente careciendo de cualquier prueba empírica a tal efecto.

En síntesis, nos venden como teoría (suficientemente sustentada y abierta a la crítica) lo que es una ideología (cerrada a toda voz discordante, sin suficiente prueba empírica, o extendiendo abusivamente las consecuencias de una prueba empírica pobre). Es decir, se trata de una manipulación al amparo de la pseudociencia

 

 

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