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Una Mirada en la historia; experimentos de familias

Experimentos de “familias” fracturan la institución familiar

Desde aquí, su amigo el Padre José Luis Bautista González, desde su columna “Una mirada en la Historia”.

 

El pasado domingo se celebró el “Día de la Familia”, una institución que es antiquísima y que procede del orden natural. No procede por legislación positiva, ni por enmienda de legisladores, ni de juristas; procede de la vida matrimonial.

 

Si nosotros leemos grandes relatos como el Gilgamesh, el Popol Vuh, el libro del Génesis, se diría enfáticamente que Dios los hizo hombre y mujer. No puede haber generación de vida para que subsista la especie humana, si no es a partir de la donación del hombre y de la mujer que dan una multicélula, y esta multicélula se incuba precisamente en la mujer; pero de aquí provienen los hijos, porque los hijos son el fruto de la vida matrimonial.

 

Ya lo decía el Papa Pío XI en la “Casti Connubii”: dos fines tienen los matrimonios. El primero es el amor que comunica el hombre y la mujer, el fin unitivo; y el segundo fin, es el fin procreativo. Por tanto, toda familia natural, hombre y mujer con hijos.

 

Ciertamente, en estos tiempos que nos toca vivir, dependiendo, no de las leyes, sino del corazón del hombre que no se estabiliza en el amor, hay fracturas matrimoniales: divorcios, divorciados vueltos a casar, mamás y papás solteros… Se rompen un tanto los rasgos de la familia, pero se conserva su identidad. Divorciados vueltos a casar pueden tener hijos, pero es lo mismo, hombre y mujer, generación de la familia a través de la relación de un hombre y una mujer.

 

Es triste y lamentable, como lo ha dicho el Papa Francisco (lo dijo el Papa Benedicto y lo dijo San Juan Pablo II) que nuestras familias se han visto fracturadas por experimentos de familias; y todo empezó en los años 70 con Kissinger haciendo la famosa planificación familiar, donde “se ligaba” –lamentablemente en México– sin permiso a las mujeres después de tener dos hijos. Tales autoridades deberían de responder ante los diversos jueces de México. Pero, como en México no pasa nada, es indudable que seguiremos esperando eso.

 

En las grandes convenciones de Pekín, de Copenhague y de El Cairo se pidió que, como hay una sobrepoblación de habitantes en el mundo entero, se experimenten con nuevas familias; y ¿cuál es ese experimento?: que hoy se le haya concedido en México, lamentablemente, el título de “matrimonio” a la relación de dos hombres o de dos mujeres. No hay peor aberración contra el iusnaturalismo y contra la jurisprudencia, que pensar que la relación de dos hombres puedan generar familia. Forzosamente uno tiene que ser mujer. Y en la relación de dos mujeres indudablemente no hay relación sexual, hay masturbación asistida. Pero en ambos casos no puede haber generación de familia.

 

Ciertamente, la Iglesia católica respeta la preferencia y, como lo decía la Sagrada Congregación de la Fe, que se le llamen “parejas de hecho” o “sociedades de convivencia”, pero que no le den el título de “matrimonio”.

 

Puedo pensar en Polonia y Eslovenia, donde las diversas legislaturas habían aprobado el “matrimonio” entre personas del mismo sexo y en donde los polacos y eslovenos se lanzaron a las calles y tiraron la ley. Lástima que en México haya un pasivismo terrible entre muchos de nosotros como católicos. Tú como laico, si eres legislador, si eres estudiante, ¿por qué no nos accionamos para romper los antiguos paradigmas? Como católicos tenemos mucha fuerza, pero a veces el conformismo, como decía el Papa Francisco, “no se ciñen en decir así pasa siempre en México, no”. Por eso tenemos tanto en nuestra Iglesia católica que podemos aportar.

 

Un saludo a todas las familias, a las familias que están bien integradas, donde se respetan, donde son fieles, donde se aman los esposos y en donde los hijos respetan, son obedientes y aman a los papás; pero también a las familias que han sido fracturadas: queridos hijos, no culpen a papá, no culpen a mamá, no odien a papá, no odien a mamá si éstos se separaron. Perdónenlos y ámenlos. Y a los divorciados vueltos a casar –como se lo dijeron al Papa Francisco en Chiapas– “aunque no podemos acceder a la comunión, porque hasta ahorita es una ley, sí podemos trabajar por nuestra Iglesia católica”.

 

Por eso, hagamos lo posible por vivir este sentido de las familias y que cada quien trabaje para el respeto del matrimonio; y aunque lamentablemente en Puebla se dé la aprobación de estos matrimonios, los que somos católicos y los que entendemos que ese no es el plan de Dios, simplemente no hagamos caso a esas leyes que son legales, pero que son injustas.

 

Desde aquí, un saludo y un abrazo y un encomiendo a la Sagrada Familia de Nazareth. Dios los bendiga.

 

 

@voxfides

 

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