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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

Educación superior y orientación

La experiencia educativa (sistémica) implica una relación profundamente humana, sus protagonistas (maestro- alumno) se presentan ante sí en dos planos diferentes, pero no antagónicos.

Más bien, es una relación en donde se da y se recibe en ambos sentidos para crecer juntos a través de actualizar potencialidades de forma integral; esto significa que las tareas que cada quien lleva a cabo no deben reducirse a una mera transmisión-recepción de información, con una evaluación para controlar su eficacia.

Si bien lo anterior es una parte importante de cada rol en esta relación, lo que la plenifica es la disposición del docente para aportar algo más que enriquezca y haga crecer al educando, así como la actitud de éste de ser dócil para asimilar y hacer suya esta parte formativa que trasciende a la mera instrucción.

Actualmente enfrentamos una situación en la que los valores humanos están siendo socavados. Amor, fidelidad, honestidad, generosidad, congruencia entre el pensar y el actuar, son cada vez más, conceptos carentes de sentido.

El ambiente que nos rodea, sobre todo a través de los medios de comunicación, propone de manera intensa una cultura de hedonismo, de libertinaje sexual y de consumismo; es decir, cobra mayor importancia el “tener” sobre el “ser”. Obviamente la ausencia de compromiso es el común denominador de esta tendencia.

Si bien lo antes descrito afecta a toda la sociedad, incide de manera significativa en los jóvenes, a quienes pretende convertir en sus principales protagonistas. Es así que ellos se ven directa o indirectamente afectados, por las repercusiones que esto tiene en su ámbito familiar, social (de relación), e intelectual.

Sabemos que existen otras causas de afectación del desempeño escolar, como la situación económica, de salud, etc.; sin embargo, la problemática mencionada es una de las que más se manifiesta en la educación superior, en la relación Maestro-Alumno, cuando éste se muestra desorientado y acude a aquel en busca de ayuda.

Decir que en la universidad la orientación es algo superado, es incurrir en una grave irresponsabilidad. Si bien es cierto que en esta etapa de la vida se comienza a ser más independiente, el joven no siempre identifica, y por tanto, menos enfrenta las causas de lo que en un momento dado le afecta. Ante esto, la orientación cobra cada vez más importancia, y toda institución debe proporcionarla.

En el aspecto de la orientación interviene la conducción de una persona mayor a otra menor, no sólo en edad, sino sobre todo en experiencia, de manera subsidiaria y con la finalidad de ayudarle a tomar decisiones acertadas. Con la orientación, el joven es auxiliado para lograr su auto-comprensión y la del mundo que lo rodea.

La orientación es un acto educativo, porque cuando se educa se está conduciendo a la persona para llegar a un punto determinado, por lo que, cuando hablamos de orientación, implícitamente lo hacemos de educación. La orientación es algo dinámico que se realiza permanentemente, es ir con amor y respeto a la persona, para guiarla, estimularla, ayudarla, sin forzar su voluntad, a lograr el desarrollo integral y armónico de su propia personalidad.

Ayuda a los jóvenes a ubicar el sentido y propósito de sus metas y los apoya para lograr una actuación equilibrada de su voluntad, a fin de que ejerzan su libertad con responsabilidad, lo cual es deseable para que la persona se auto dirija a la realización de su vocación personal.

En esta mediación radica una de las más importantes aportaciones del docente a la formación de los futuros protagonistas sociales, y, ante tan grave responsabilidad, tenemos la obligación de prepararnos para asumirla en toda su dimensión. Así cumpliremos mejor nuestra parte a la construcción de una patria mejor para todos.

  

@voxfides

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