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Francisco y las familias numerosas

La declaración de Francisco sobre las familias numerosas al concluir su viaje a Filipinas ha dado bastante de que hablar.

En efecto, tomada en su tenor literal no es para menos, sobre todo viniendo de los labios del Pontífice: “Esto no significa que el cristiano debe tener hijos en serie. Yo reñí hace unos meses a una mujer en una parroquia porque estaba embarazada del octavo después de siete cesáreas. ¿Usted quiere dejar a siete huérfanos? Esto es tentar a Dios… Algunos creen que  –perdonadme la palabra, ¿eh?– para ser buenos católicos debemos ser como conejos, ¿no?”.

Felizmente, días más tarde, durante su tradicional audiencia de los miércoles matizó su postura: “Las familias sanas son esenciales para la vida de la sociedad. Da consuelo y esperanza ver tantas familias numerosas que acogen a los hijos como un verdadero don de Dios: ellos saben que cada hijo es una bendición”.

En efecto, esta afirmación está más en sintonía con la doctrina tradicional de la Iglesia, definida claramente en el Catecismo de la Iglesia Católica: “La Sagrada Escritura y la práctica tradicional de la Iglesia ven en las familias numerosas un signo de la bendición divina y de la generosidad de los padres” (n. 2373).

En la misma línea, por ejemplo, se mueve el Concilio Vaticano II: “Entre los cónyuges… son dignos de mención muy especial los que de común acuerdo, bien ponderado, aceptan con magnanimidad una prole más numerosa para educarla dignamente” (Gaudium et spes n. 50).

Quizá esta última referencia sirva para hacer la exégesis del aparente viraje violento de Francisco al respecto.

En efecto, el Vaticano II habla de las familias numerosas en el contexto de la reflexión responsable que deben hacer los mismos esposos, frente a Dios, sobre cada nacimiento. El Vaticano II aúna en ese texto la “paternidad responsable” con la bendición que supone gozar de una familia numerosa. Paternidad responsable entendida como juicio de conciencia de los esposos, conciencia iluminada por las enseñanzas de la Iglesia, en el que de cara a Dios deciden responsable y libremente el nacimiento de un nuevo hijo.

Francisco, en este sentido, no se separa un ápice de la doctrina tradicional al explicar, quizá de un modo demasiado gráfico, lo que es la “paternidad responsable”; de hecho, es de eso de lo que buscaba hablar.

Curiosamente su afirmación sobre la “paternidad responsable” está enmarcada en un contexto polémico, en el cual, delicada pero firmemente, el Papa rechaza el neo-Malthusianismo, es decir, la ideología que está detrás del control natal y que ve en cada hijo una amenaza, denunciándola como una especie de “colonialismo cultural”.

Es decir, el Papa rechaza al control natal indiscriminado, también con ejemplos concretos, como pueden ser las bajas tasas de natalidad en países como España e Italia, denunciando además el abusivo condicionamiento que supone conceder préstamos económicos a condición de que se adopten estas políticas anti-vida.

El Papa sólo buscaba vacunar contra la falsa creencia de que ser un buen católico suponga automáticamente traer indiscriminadamente criaturas al mundo, mostrando que la postura de la Iglesia es más matizada, está equilibrada por el concepto de la “paternidad responsable”. Lo hace con un ejemplo concreto, es decir, un consejo prudencial a una persona determinada, que no busca ser ley universal, sino aplicación particular de los diversos principios que entran en juego.

Parece claro, sin pretender ser un intérprete autorizado del pensamiento papal, que la primera respuesta, en una rueda de prensa y a quemarropa, refleja, por llamarlo de algún modo, el pensamiento inmediato del Papa, su modo espontáneo de ver la cuestión.

La segunda en cambio, dentro de un contexto más “oficial” -pues no es una respuesta informal, sino un discurso habitual y por lo tanto más preparado- refleja la respuesta más meditada del Papa, que busca atajar por ello mismo interpretaciones inexactas de su pensamiento, o actitudes que buscan estirar o hacer que sus afirmaciones den más de lo que él piensa en realidad.

Parece claro también que muchas veces los medios de comunicación hacen eco sólo de lo “que les conviene”, es decir, de aquello que viene a reforzar la opinión “políticamente correcta” o generalmente aceptada, silenciando por el contrario, aquellas partes del discurso papal que en realidad la cuestionan.

@voxfides

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