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Señor, ¡Que no sé hacer oración! (12)

Ahora, les presentamos otro ensayo del Padre Carlos Chávez Shelly, titulado: Señor, ¡Que no sé hacer oración!, que nos introduce al tema de lo que es la “oración”, ésa relación especial, natural e íntima que se establece entre el ser humano y Dios Padre, su Creador (Parte 12).

… ¿CÓMO HACER ORACIÓN?

… Cartas a Dios

… San Juan Neumann

Soportar las afrentas por amor de Dios y disculpar a quienes procuran tales afrentas, es otra de las virtudes que “le faltan” a Juan Neumann:

“Oh Dios mío, ¿qué va a ser de mí si sigo siendo tan sensible? Todavía no estoy dispuesto a sufrir con Jesús. Oh Dios, perdóname. Veo que mi soberbia comienza a mostrarse aún bajo pretexto de algunas aparentes ventajas espirituales. Para cultivar la humildad ofreceré, siempre que se presente ocasión, mis servicios a mis hermanos. Siempre que encuentre alguno, lo trataré como trataría a nuestro Señor en persona. Los defenderé y excusaré siempre que sea posible”.

Además de las virtudes que “le faltan”, Juan Neumann ha consignado los defectos de que se ve cargado: Sensibilidad, soberbia, ignorancia, estimación propia, vanidad, distracción y tedio en la oración, impaciencia, duda, desaliento, cobardía, indolencia en el cumplimiento de los deberes. Esta lista de palabras tiene sentido sólo cuando se trata de hombres como Juan Neumann que afinan su obra todo cuando la gracia de Dios y su propia generosidad les exigen. Es fácil, comparándolos con las virtudes que “le faltan”, encontrar correspondencia. Se reducen fácilmente a los dos encasillados de las virtudes cardinales de la fortaleza y la templanza.

Y vuelve a llamar nuestra atención su insistencia en hablar de la soberbia, la estimación propia, la vanidad, para las cuales existe el remedio de la humildad. Por eso pedía humildad; y, como le gustaba la humildad, pedía más humildad.

Ciertamente Juan Neumann conoció los momentos de inquietud espiritual con que Dios pone a prueba a sus servidores más fieles. Hay en su diario un párrafo escrito mientras se hallaba agobiado bajo el peso de alguna de esas pruebas; sirve ahora para presentarlo como muy humano, como muy parecido a Jesús que no se salió del camino que llevaba a Getsemaní, y de allí al Calvario:

“Estoy casi desanimado; lo peor es que en estas pruebas no puedo reconfortarme con el pensamiento de que mi corazón es puro. Conozco muy bien que no tengo nada más, fuera del pecado. La oración se ha hecho tediosa; mis esfuerzos parecen vanos e infructuosos. Oh Jesús, ten compasión de mí; apresúrate a ayudarme… Mi fortaleza corporal está exhausta; ¿cómo podré soportar las pruebas mentales que me asaltan? Jesús ten compasión de mí”.

“Ten piedad de mí pues, a donde quiera que miro, no veo sino obstáculos y dificultades. Si mi fe fuera esforzada, te daría gracias por las pruebas: pero siento sólo impaciencias, dudas, desaliento… Qué cobarde e infantil soy”.

Parece que nunca perdiera de vista sus pecados; los recuerda con frecuencia. Tiene un largo párrafo en su diario en que pide a Dios el dolor de los pecados. Y, quien tenga sólo esa información, creerá hallarse ante un empedernido pecador o, al menos, ante un consumado hipócrita que, siendo pecador, lograba disimularlo. Felizmente para quitar toda posibilidad de duda, el mismo Juan Neumann da en un lugar una buena clave:

“La vanidad me susurra: tus pecados no son tan graves como los pecados de otras gentes; haces obras buenas; evitas muchas obras malas. Cierto, no soy un asesino; pero estoy constantemente cometiendo pecados en cosas pequeñas”.

Así es como Juan Neumann se encara resueltamente con ese complicado sentimiento humano de quien no comete yerros pero quiere permanecer humilde a toda costa25.

Para tu información, Juan Neumann era un jovencito esclavo, que abandonó la tranquilidad y el bienestar de que disfrutaba en su natal Bohemia, para irse a Estados Unidos, con la intención de ayudar espiritualmente a los miles de alemanes inmigrantes en ese país; estudió, se ordenó sacerdote y murió el 5 de enero de 1860 siendo obispo de Filadelfia (donde juegan beisbollos Filis y futbol americano las Águilas…).

Bien, con estos ejemplos basta.

Prueba a ver si te resulta. ¡Ah! y no olvides ser discreto, guarda bien tu cuaderno por que hay muchos curiosos, y esto es para Dios –y en todo caso para tu director espiritual–. Y de vez en cuando relee lo escrito y ve rompiendo lo que creas que ya no sirve.

NOTAS:

25 Cfr. Mígueles, Laurentino, San Juan Neumann, de Bohemia a Pennsylvania, Ed. Jus, S.A., México 1977, pp. 135-144.

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