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Caminemos juntos como discípulos y misioneros
Tiempo de preparación

Tiempo especial de preparación

Unos jóvenes discurrían sobre ir a la montaña a caminar en la nieve, sentir el frío en el rostro, admirar el paisaje blanco desde las alturas; primero como una charla intrascendente, luego como un reto, una aventura en un tiempo especial, ya que pocas veces se tiene una nevada en el desierto, poco a poco se animó la charla y empezaron los preparativos: doble pantalón, bufanda, gorra, botas, suéter y chamarra, y en un santiamén ya estaban en camino.

Jesucristo fue llevado por el Espíritu 40 días al desierto, donde mediante al ayuno y la oración se preparó para enfrentar las tentaciones e iniciar su misión. Así la cuaresma es un tiempo especial donde la misericordia de Dios derrama abundantes gracias, para los cristianos es un tiempo de preparación para celebrar la resurrección de Jesucristo. Si nos hacemos conscientes de la importancia de este tiempo, podremos vivir esta preparación con el entusiasmo de quién inicia una gran aventura.

Ayuno, limosna y oración son las prácticas recomendadas en toda cuaresma, el papa Francisco en su mensaje para este año nos invita a reflexionar sobre estas “herramientas” de una manera distinta: “La vía de la pobreza y de la privación (el ayuno), la mirada y los gestos de amor hacia el hombre herido (la limosna) y el diálogo filial con el Padre (la oración) nos permiten encarnar una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante”. ¡Es una invitación retadora a una gran aventura durante esta cuaresma!

“El ayuno vivido como experiencia de privación (…) lleva a descubrir de nuevo el don de Dios y a comprender nuestra realidad (…) quien ayuna se hace pobre con los pobres (…) Ayunar significa liberar nuestra existencia de todo lo que estorba, incluso de la saturación de informaciones –verdaderas o falsas– y productos de consumo, para abrir las puertas de nuestro corazón a Aquel que viene a nosotros pobre de todo, pero «lleno de gracia y de verdad»”.

“En el actual contexto de preocupación en el que vivimos y en el que todo parece frágil e incierto, hablar de esperanza podría parecer una provocación. El tiempo de Cuaresma está hecho para esperar, para volver a dirigir la mirada a la paciencia de Dios, que sigue cuidando de su Creación, mientras que nosotros a menudo la maltratamos”.

“En la Cuaresma, estemos más atentos a «decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan», en lugar de «palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian» (…) A veces, para dar esperanza, es suficiente con ser «una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia»”.

“La caridad se alegra de ver que el otro crece. Por este motivo, sufre cuando el otro está angustiado: solo, enfermo, sin hogar, despreciado, en situación de necesidad… La caridad es el impulso del corazón que nos hace salir de nosotros mismos y que suscita el vínculo de la cooperación y de la comunión (…) Vivir una Cuaresma de caridad quiere decir cuidar a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia de COVID-19”.

En México, este año de cuaresma y Semana Santa terminan al iniciar las campañas electorales; recordemos que la política es “una de las formas más altas de la caridad” de tal manera que para los creyentes (autoridades, candidatos, y electores) este tiempo especial, representa también una oportunidad de preparación y conversión, que nos lleve a enfrentar la crisis con ánimo y actitud renovada.

 

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