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Bien

La calumnia siempre mata


1) Para saber

Unas señoras hablaban sobre la conveniencia de permitir que sus hijos vieran las películas de superhéroes donde éstos se pelean violentamente contra sus enemigos. Una de ellas comentó que su hijo, después de ver esas películas, salía con el entusiasmo para derrotar fuertes enemigos, para hacer cosas extraordinarias, para “salvar el mundo”. Pero en cambio, luego no era capaz de levantarse a tiempo cada mañana. Lo mismo nos puede suceder: podemos tener grandes ideales, proyectos ambiciosos, pero no cumplir con nuestro pequeño deber cotidiano. Ciertamente no es fácil lograrlo por el esfuerzo que implica. Hoy se necesita ser un “mártir cotidiano”, como decía el papa Francisco, para cumplir nuestros deberes diarios, que es la voluntad de Dios.

El papa siguiendo con su reflexión sobre el libro de los Hechos de los Apóstoles, se detuvo en la figura de San Esteban quien padeció el martirio a causa de falsas acusaciones.

2) Para pensar

Después de la Ascensión de Jesús, el cristianismo se expandió con rapidez. Los apóstoles, para no descuidar su oración y anunciar el Evangelio, escogieron a siete hombres de buena fama, llenos de Espíritu y sabiduría (cfr. Hch 6,3). Fueron los primeros diáconos del cristianismo. El diácono no es un sacerdote de segunda categoría, dice el papa, pues no está para el altar, sino para el servicio.

Entre los siete “diáconos” destacaba Esteban, quien evangelizaba con fuerza y hacía grandes prodigios. Su palabra pronto encontró resistencia. Algunos judíos, al no poder refutar su predicación y sabiduría, lo calumniaron, condenaron y apedrearon hasta que murió. Pero Estaban, en sus último momentos, perdonó a sus verdugos diciendo una oración maravillosa: “Señor Jesús, recibe mi espíritu… y no les tengas en cuenta este pecado” (Hch 7,59).

Comenta el papa, que esos hombres eligieron la solución más mezquina para aniquilarlo: la calumnia o falso testimonio. La calumnia siempre mata. Es un “cáncer diabólico”, que destruye la reputación de una persona. Preguntaba el papa: ¿Cuál es la peor cizaña que destruye una comunidad? La cizaña de la murmuración, la cizaña del chismorreo: Cuidemos de no esparcirla jamás.

3) Para vivir

Como a San Esteban, hemos de ser testigos de Cristo en medio del mundo, dar testimonio de nuestra identidad cristiana. Cada uno en su lugar: el hijo siendo buen amigo, el padre en su trabajo siendo honesto, fiel y limpio, la madre con su familia y sus amigas sin criticar o mentir en sus conversaciones, etcétera. 

San Josemaría Escrivá hacía la siguiente consideración: “En alguna ocasión me he preguntado qué martirio es mayor: el del que recibe la muerte por la fe, de manos de los enemigos de Dios; o del que gasta sus años trabajando sin otra mira que servir a la Iglesia y a las almas, y envejece sonriendo, y pasa inadvertido… Para mí, el martirio sin espectáculo es más heroico… Ese es el camino tuyo” (Vía Crucis, VII Estación).

“Pidamos también nosotros al Señor que, mirando a los mártires de ayer y de hoy, aprendamos a vivir una vida plena, acogiendo el martirio de la fidelidad cotidiana al Evangelio y de la conformación a Cristo”, exhortó el papa al término de su catequesis.

 

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