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Tatuados en Dios. Un Amor diferente

El hecho de tatuarse está de moda hoy en día, sin embargo, es un término del que se habla y se plantea desde hace muchos años, incluso dentro del Evangelio.

1)  Para saber

Aunque hoy en día están de moda los tatuajes, esa costumbre es muy antigua. En el Antiguo Testamento se refiere a ellos para expresar que el amor de Dios es permanente: “¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues, aunque esas llegasen a olvidar, yo no te olvido. Míralo, en las palmas de mis manos te tengo tatuada” (Isaías 49: 15-16). El amor que Dios nos tiene es estable y estamos en sus manos de modo imborrable.

Eso es lo que nos indica la frase “que estás en el Cielo” del Padrenuestro. Señala que el amor de Dios es distinto al humano. El papa Francisco continuando con la catequesis sobre el Padrenuestro, afirma que la oración cristiana nos introduce en el misterio de la paternidad de Dios. El amor del Padre es un amor paterno perfecto, estable, no como una paternidad humana limitada, voluble e imperfecta. Al llamarle Padre a Dios, hemos de purificar nuestra idea de “padre” de las imperfecciones humanas.

El amor humano es susceptible de contaminarse. A veces, por ejemplo, el esposo pretende dominar y manipular a la esposa o al revés también. ¡Cuántos amores defraudados hay en nuestro mundo!, se lamenta el papa. Pero el amor de Dios Padre no es así, sino es un amor constante, perfecto, incondicional.

2)  Para pensar

Sobre el amor muchos pensadores lo han descrito de múltiples maneras. El papa Francisco se refirió al famoso filósofo de la antigüedad, Platón, quien, en su diálogo, El Banquete, trata sobre el amor. Ahí Sócrates se refiere a la mitología donde se dice que el amor es hijo de la Pobreza (Penia) y de Recurso (Poro). El amor se parece a sus padres y ello explica por qué es pobre y siempre necesitado de los demás, requiere siempre amar a alguien. Pero, por otra parte, está lleno de recursos para conseguir lo que le falta, es intrépido, astuto y urde tramas para obtener lo que desea. Por eso el amor humano es voluble, a ratos es rico, alegre, y en otros momentos se encuentra vacío, triste y necesitado.

Comenta el papa que esa idea nos ayuda a comprender la naturaleza ambivalente del amor humano: capaz de florecer y de dominar la vida en una hora del día, e inmediatamente después se debilita, marchita y puede morir.

3)  Para vivir

Nuestro amor a Dios también es imperfecto. Lo vemos incluso en el apóstol Pedro no fue fiel al amor de Jesús al negarlo tres veces. Siempre hay una debilidad. Sin embargo, hay otro amor, el del Padre “que está en los cielos”, que nos ama como nadie en la tierra nunca lo ha hecho ni lo podrá hacer.

La frase “en los cielos” no quiere expresar una distancia, sino una diferencia radical de amor, otra dimensión de amor, un amor incansable, que permanecerá siempre, y está al alcance de la mano. Solo hace falta decir: “Padre nuestro que estás en los cielos” y ese amor viene.

Por lo tanto, dice el papa: ¡No tengáis miedo! Ninguno de nosotros está solo. Si, por desgracia, tu padre terrenal se hubiera olvidado de ti y quizás sintieras rencor por él, tienes el Padre “que está en los cielos” del que eres hijo amadísimo y no hay nada que pueda extinguir su apasionado amor por ti.

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