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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

Raíz cristiana del Mundial

Seguramente todos los aficionados al futbol, que representamos una parte consistente de la humanidad, hemos vivido gratos momentos y experimentado emociones contrastantes a lo largo de este Mundial Rusia 2018. Lo que probablemente ignorábamos es el origen cristiano de tal celebración deportiva, que une a gran parte de la humanidad entre sí y es un instrumento de unión en los países mismos, que si hacia adentro están divididos por la política, el deporte los une hacia afuera.

En efecto, el gran promotor de los Mundiales de Futbol y de la FIFA fue Jules Rimet, católico practicante, muy influido por las enseñanzas sociales del Papa León XIII, quien dio el banderazo de salida al cuerpo doctrinal católico conocido como “Doctrina Social de la Iglesia”, el cual pone el acento en promover la justicia social y la atención a los más desfavorecidos. Para Jules Rimet una forma de conseguirlo fue el deporte, y en concreto el futbol, que a principios del siglo XX no tenía el prestigio del que goza actualmente, por considerarse un deporte de las clases bajas propio de británicos.

El deseo de alcanzar una sociedad más justa y más unida, deseo con profunda raigambre cristiana, encuentra un vehículo para lograrlo en el deporte en general y en el futbol en particular. Jules Rimet así lo visualizó y promovió un campeonato mundial de futbol. Su deseo se hizo realidad en 1930, en Uruguay. La copa, que originalmente llevaba su nombre, se la quedó Brasil al ganar por tercera vez el mundial en México 1970, para ser robada y fundida finalmente en 1983.

Jules Rimet fue un visionario, para quien el deporte constituía un elemento fundamental de cohesión social, acorde con sus principios cristianos, con los que estaba activamente comprometido. A más de 100 años de la fundación de la FIFA y a 88 del primer Mundial de Futbol, vemos que la semilla por él plantada sigue siendo fecunda, aunque –todo hay que decirlo- no sin contaminarse del más brutal mercantilismo. Tristemente, muchas de las buenas ideas que han nacido al calor de la inspiración cristiana, es decir, animadas por una espiritualidad y por ideales elevados e intangibles, como puede ser la comunión entre los pueblos, con el tiempo se contaminan, cuando no se pervierten, sometiéndose totalmente a criterios económicos, o transmutando su inspiración original por ideologías extrañas al cristianismo y muchas veces nocivas para el hombre. 

De alguna forma este es el sino del cristiano auténtico, coherente, comprometido con los principios y las enseñanzas de Jesucristo, como Rimet: sembrar el mundo de iniciativas positivas y esperanzadoras, sabiendo que su trabajo no es vano, pero sabiendo también que el corazón humano es proclive a torcerse y que, lo que comenzó positivamente puede desviarse en el camino, y de hecho muchas veces sucede así, debiendo, en consecuencia, sostener un esfuerzo continuado para que no se pierda el espíritu original de la empresa.

Muchas de las grandes realidades que enmarcan el mundo en que vivimos, comenzaron con inspiración cristiana, pero en el transcurso del camino, se han desviado, cuando no corrompido. Baste pensar en la FIFA, la Unión Europea, la ONU o Amnistía Internacional: todas tuvieron entre sus principales promotores a cristianos comprometidos.  En mayor o menor medida han perdido su inspiración original, cuando no la han tergiversado completamente, adquiriendo otra de signo contrario. Ello nos invita a “no dormir en los laureles” y a darnos cuenta de si el espíritu cristiano es fecundo, también existe otro espíritu empeñado en empañarlo y corromperlo. Nadie nos garantiza que lo comenzado con buen signo y buen augurio continuará así, y es tarea de los cristianos de cada época esforzarse por no perder el buen espíritu de los comienzos. De ello también tenemos ejemplos elocuentes en la presente Copa del Mundo, como el entrenador croata Zlatko Dalic, que rosario en mano ha guiado a su equipo a la final, y no tiene reparo en confesar con sencillez que su fe y la familia son sus valores más importantes. Felizmente no es el único ejemplo ni en Croacia, ni en el resto de los equipos del mundial. 

 

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