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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

Una palabra prohibida. “Alegraos y regocijaos” (11)

1) Para saber

Como recordamos, la última Exhortación Apostólica del Papa se llama “Alegraos y regocijaos”. Palabras que están tomadas de una bienaventuranza de Jesús: “Bienaventurados cuando os injurien, os persigan y, mintiendo, digan contra vosotros todo tipo de maldad por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo” (Mt 5, 11-12).

El sufrimiento, en sí mismo, no es deseable. Sin embargo, cuando se padece por alguien, cobra mucho valor y muestra de forma patente el amor que se tiene. Ello lo constatamos al admirar el amor de los padres por sus hijos y del sacrificio que hacen por ellos.

2) Para pensar

Las palabras de Jesús son proféticas. Tal sucedió en el caso de un profesor de la Universidad de ISM (Administración y Economía) en Lituania, llamado Saulius Matulevicius. Recuerda que cuando era pequeño y Lituania estaba invadida por Rusia, había una palabra que estaba prohibida y que nadie se atrevía a decir: esa palabra era Dios. En aquel tiempo, sus maestros eran comunistas, todos los libros de las bibliotecas eran marxistas y defendían el ateísmo. Cuando tenía ocho años, una niña de la escuela afirmó que Dios existía, y recuerda cómo la maestra se enfureció mucho y le empezó a gritar colérica argumentos a favor el ateísmo.

El asistir a Misa era correr el riesgo de ser discriminado o encarcelado. Su familia luchaba por conservar su fe católica, pero era muy difícil pues la gran mayoría de sus amigos ya eran ateos. Quien mostraba su fe o luchaba por vivir según las enseñanzas de la Iglesia, especialmente en lo relacionado con la pureza, era objeto de burlas y discriminación. Sus amigos empezaron a tomar alcohol con exceso y a tener relaciones sexuales con las chicas, pero él procuraba vivir la castidad y la templanza. No lo comprendían, se reían y se burlaban de él. A Saulius le dolía pues eran sus amigos.

Sin embargo, al cabo de diez años, unos se volvieron alcohólicos, otros se enrolaron en bandas violentas o cayeron en la droga. A otros el desenfreno sexual los llevó a diversas perversiones. Uno pasó de la violencia al crimen y fue condenado por asesinato. Varios murieron de sobredosis y muchos padecen enfermedades venéreas.

Haber sido coherente con su fe, además de crecer en su fe, lo preservó de muchos males. A partir de la independencia de Lituania, Saulius pudo profesar libremente su fe, y educar conforme a ella a sus hijos. Cuenta que se emocionó mucho leyendo una ilusión que escribió en su juventud: “En el futuro quiero ser santo en medio de las cosas de cada día, santo en la vida corriente”.

3) Para vivir

Desde que la Iglesia comenzó a desarrollarse, comenzaron también sus padecimientos. En la Sagrada Escritura se nos relata cómo los Apóstoles fueron incomprendidos y perseguidos por los principales de Jerusalén. Los Apóstoles Pedro y Juan fueron encarcelados y azotados, sin embargo, siguiendo la enseñanza de Jesucristo, nos cuenta la Escritura que al salir de la cárcel iban gozosos porque habían sido dignos de ser ultrajados a causa de Jesús (Hechos, 5, 41).

Por eso la alegría siempre acompaña al seguidor de Jesucristo, pues tanto en las buenas como en las “malas”, el Señor no abandona, y cumplirá la promesa del Cielo.

 

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