
Madres solteras
El Día de la Madre nos enfrenta a una batalla cultural: la de redescubrir la grandeza de la mujer por tener el don de dar la vida.
El Día de la Madre nos enfrenta a una batalla cultural: la de redescubrir la grandeza de la mujer por tener el don de dar la vida.
No podemos ver a Dios con los ojos físicos, pero por todas partes advertimos su presencia y su acción.
La mayoría de la gente es “buena”, pero mucho de eso bueno se lo guarda para sí, para su familia o un pequeño círculo.
La respuesta al problema del mal, que no deja de tener algo misterioso y superior a nuestra razón, no es filosófica, sino teológica.
La oración se convierte en palabra, canto, poesía que dirigimos a Dios o a la Virgen.
La pandemia ha dificultado o perjudicado la dimensión amorosa de la vida humana en rubros muy diversos.
Puede haber ateos con espiritualidad, pero no una espiritualidad atea pues, en definitiva, sí es un oxímoron.
La voz de Dante no solo resulta importante para redescubrir la inspiración espiritual y religiosa en el mundo artístico, también constituye una “crítica profética”.
La grandeza de la vida no está en tener o en afirmarse, sino en descubrirse amados. La grandeza de la vida está en la belleza de amar.
Las obras de misericordia se dividen en dos, las corporales y las espirituales.
Los cristianos debemos crear un ambiente alegre en casa para que nuestra familia viva coherentemente la alegría de la Pascua.
El Catecismo de la Iglesia afirma de María: sus manos, sus ojos, su actitud son un “catecismo” viviente y siempre apuntan al fundamento, el centro: Jesús.