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El pontificado de Francisco, custodio del amor de Dios

Posterior a su elección como Obispo de Roma, el Papa Francisco pronunció su primera homilía como Sumo Pontífice el 19 de marzo de 2013, solemnidad de San José como patrono de la Iglesia Universal, en la que recordó al esposo de la Virgen María como principal custodio del amor de Dios hacia los hombres, actuando en todo momento con discreción, con humildad, en silencio; con una presencia constante de Dios y una fidelidad total Él.

Estas palabras son las que habrían de marcar el inicio de su Pontificado; y al igual que San José, el Papa Francisco nos ha dado claros ejemplos de ese amor de servicio hacia los demás, sin importan ideologías y creencias, explica en entrevista el padre José de Jesús Aguilar.

“El Papa Francisco, no un es un Papa de escritorio, no es un Papa de altar; es un papa que pretende que todos los elementos que implican la parte administrativa y de relaciones públicas vayan a la par de la caridad con los más necesitados”, agrega nuestro entrevistado.

A los 55 años de edad, por ejemplo, el Papa Francisco era un sacerdote abandonado, que no era tomado en cuenta, y que gracias a un obispo que vio en él valores profundos, pudo ser nombrado cardenal y hoy estar en el Papado. Pero eso sí, hay que puntualizar que Bergoglio no busca el reconocimiento; él sólo responde al llamado del Evangelio, y de él busca hacerse eco para que los demás comprendan el mensaje de Jesús.

Francisco no busca títulos; de hecho, exhorta a toda la curia romana a servir y mirar sus objetivos hacia los más necesitados. También llama a sacerdotes y laicos a salir de los templos e ir a las calles y testimoniar el Evangelio, no de una forma teórica, sino entrando en contacto físico con los más desprotegidos, para que comprendan mejor la realidad en la que viven. El Papa tiene esa hambre y sed de justicia, de amor, de esperanza, de servicio y de compasión, pues los necesitados también forman parte del cuerpo de la iglesia y están a la espera de ser escuchados.

Como ya lo menciona el Papa Francisco en su segunda encíclica Evangelii Gaudium, “los sacerdotes, religiosos y laicos deben de iniciarse en el arte del acompañamiento, para que todos aprendan siempre a quitarse las sandalias ante la tierra sagrada del otro” (cf. Éxodo 3,5). Este servicio de acompañamiento debe verse reflejado en las personas más vulnerables, en los “heridos sociales”.

Hace también un llamado a la reconciliación de la mujer con Dios, por el hecho de haber rechazado a su propio hijo con el aborto, pero destaca el arrepentimiento sincero de la mujer ante Dios y el papel tan primordial que tiene el sacerdote en el confesionario sobre el perdón y la misericordia. En este punto, menciona que la sociedad tiene un papel importante, ya que no debe de juzgar este acto, sino acompañar a la mujer en su duelo espiritual y emocional.

¿Cómo ser custodios con los más cercanos?

El Papa Francisco nos lo dice en su homilía del 19 de marzo del 2013: “Es el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres. Es vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien.

“En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. Y cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido.

“Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia, ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen”.

¿Más claro? ¡Ni el agua!

¡Manos a la obra, en la “cultura del encuentro” con los demás!

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