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Indiferencia, la gran enfermedad de nuestro tiempo: Papa Francisco

Durante su visita a Asís en la Jornada Mundial de Oración por la Paz “Sed de Paz. Religiones y Culturas en Diálogo”, el Papa Francisco ofreció un discurso donde, además de aseverar que el mundo entero requiere un alto a la guerra y a los diversos conflictos, explicó que la indiferencia es la gran enfermedad que se padece.

Ante los problemas y situaciones de violencia que se viven alrededor del mundo, el pontífice explicó que “Dios nos lo pide, exhortándonos a afrontar la gran enfermedad de nuestro tiempo, la indiferencia. Es un virus que paraliza, que vuelve inertes e insensibles, una enfermedad que ataca el centro mismo de la religiosidad, provocando un nuevo y triste paganismo: el paganismo de la indiferencia”.

Por lo que aseguró que no podemos permanecer indiferentes ante la sed de paz que tiene el mundo, pues en muchos países se sufren guerras y conflictos, pero son frecuentemente olvidados. Conseguir la paz depende de todos, sin importar raza o religión, dijo.

“En Lesbos, con el querido Patriarca ecuménico Bartolomé, he visto en los ojos de los refugiados el dolor de la guerra, la angustia de pueblos sedientos de paz. Pienso en las familias, cuyas vidas han sido alteradas; en los niños, que en su vida sólo han conocido la violencia; en los ancianos, obligados a abandonar sus tierras: todos ellos tienen una gran sed de paz. No queremos que estas tragedias caigan en el olvido. Juntos deseamos dar voz a los que sufren, a los que no tienen voz y no son escuchados. Ellos saben bien, a menudo mejor que los poderosos, que no hay fruto en la guerra y que la violencia de las armas destruye la alegría de la vida”, declaró el Papa.

En busca de la paz

Durante dicho encuentro el Santo Padre comentó que todos llegaron a Asís como “peregrinos en busca de paz” y aseveró que no es una simple protesta en contra de la guerra, sino algo mucho más grande que nos compete a todos. Incluso, afirmó que las diferencias religiosas no son motivo de conflicto o de polémica, y prueba de ello era dicho evento, donde juntos, sin importar creencias, oraron por un mismo fin. “No nos cansamos de repetir que nunca se puede usar el nombre de Dios para justificar la violencia. Sólo la paz es santa. Sólo la paz es santa, no la guerra”, afirmó.

Aclaró que en dicho evento oraron para que las conciencias se movilicen a favor de la paz, pues el trabajo para que se logre es de todos. La oración y la colaboración ayudan a no quedar encerrados en la lógica del conflicto y a rechazar las actitudes de los que sólo saben protestar o a los que se lavan las manos fingiendo que no tienen nada que ver en los conflictos presentes, o los que simplemente mantienen una actitud que busca constantemente entrar en polémica.

Por último aseveró que la paz es un hilo de esperanza que aunque suene sencilla es difícil de mantener. Paz quiere decir perdón, acogida, colaboración y educación. Ahí reunidos todos se pronunciaron por un mundo fraterno. “Por eso, estamos llamados a liberarnos de las pesadas cargas de la desconfianza, de los fundamentalismos y del odio. Hermanos y hermanas, asumamos esta responsabilidad, reafirmemos hoy nuestro sí a ser, todos juntos, constructores de la paz que Dios quiere y de la que la humanidad está sedienta”, concluyó

 

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