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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

0.6% de nuestro tiempo para Dios. ¡Uf, es demasiado!

Sí, menos del uno por ciento de nuestro tiempo a la semana es lo que nos pide la Iglesia para cumplir con el tercer mandamiento de Dios: “Santificarás las fiestas”. Cuando vi esta cifra me sentí avergonzado de lo poco que es comparado con lo mucho que recibo.

Ciertamente hay muchos que oran al menos en la mañana y en la tarde e inclusive a diferentes horas del día, otros que se toman unos minutos a la semana para leer la palabra de Dios y otros pocos que asisten a misa entre semana con lo cual además tienen la oportunidad de escuchar la palabra de Dios, pero en general me atrevo a decir que los católicos somos los más tacaños con Dios.

Tengo amigos que pertenecen a otras comunidades cristianas y difícilmente dejan de acudir a sus reuniones dominicales para alabar a Dios; es más, es bastante mal visto que lo hagan. Además, son muy cumplidos con sus obligaciones de ayuda económica, por obligación o por generosidad.

Los católicos en general nos quejamos de que las medidas de la Iglesia son muy estrictas, somos sin embargo los que menos las cumplimos. Por ejemplo, un amigo me platicaba que él tiene presupuestado el 10% de sus ingresos para ayudar a su comunidad y lo cumple estrictamente, y así es en general. A nosotros el diezmo que nos pide la Iglesia es un día de salario al año como diezmo, o sea el .02%, y el porcentaje que lo cumple es bajísimo. Las limosnas en la misa son totalmente libres y no hay nadie que nos las contabilice, y si no vamos a misa no hay nadie que nos lo tome en cuenta, excepto Dios, pienso yo.

Pero lo más importante no es el dinero, y Dios no es el perdedor de esta ecuación, somos nosotros que estamos demasiado ocupados excepto para ir al cine, hacer comidas, visitar amigos, salir de paseo, ver la televisión y otras muchas actividades.

Y así estamos educando a las nuevas generaciones, primero con nuestro mal ejemplo y sobre todo con nuestra indiferencia, que es tal vez uno de los pecados más graves y más fáciles de cometer, los pecados de omisión.

“Haced esto en memoria mía”, dijo Jesús en uno de los momentos más grandiosos y solemnes de su vida, antes de salir a entregar su vida por nosotros. Los primeros cristianos lo comprendieron y era para ellos lo más importante para demostrar su fe, junto con la práctica del amor. Muchos ofrecieron su vida antes que renegar u ocultarse.

Pero no hay que ir tan lejos, ni en el tiempo ni en el espacio. Aquí mismo, en México, en épocas de la persecución callista, muchos dieron su vida, unos por oficiar la misa y otros por asistir; y hoy en muchos países los cristianos son perseguidos por manifestar su fe. Pero a nosotros nos cuesta mucho trabajo tomar el auto para manejar diez minutos a la Iglesia más cercana o a la que más nos guste.

La Cuaresma es una oportunidad para terminar con esta indiferencia y mediocridad. El Miércoles de Ceniza es un signo por el que me recuerdo que le debo mucho a Dios.

Ojalá aprovechemos esta oportunidad y tomemos con seriedad la Cuaresma como una oportunidad de preparación para la Semana Santa, pero sobre todo para un cambio de vida en mis relaciones con los demás, y también en mi relación con Dios, cumpliendo con mis deberes religiosos.

@voxfides

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