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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

Señor, ¡Que no sé hacer oración! (19 y última)

 Ahora, les presentamos otro ensayo del Padre Carlos Chávez Shelly, titulado: Señor, ¡Que no sé hacer oración!, que nos introduce al tema de lo que es la “oración”, ésa relación especial, natural e íntima que se establece entre el ser humano y Dios Padre, su Creador (Parte 19 y última).

… LA ORACION VOCAL

Vía Crucis

Una devoción estupenda, muy saludable para el alma, para vivirse cualquier día y en particular los viernes, en recuerdo del día en que Nuestro Señor entregó su espíritu. Se trata de acompañar al Señor por el camino del dolor –se ha resumido en catorce estaciones: desde la condena a muerte de Jesús, hasta el momento en que dan sepultura a su divino cuerpo–, que fue el precio de nuestro rescate.

El cristiano, ayudado por un texto adecuado procura revivir –con la mente y con el corazón, orando y rezando– aquellas horas amargas que el Hijo de Dios quiso pasar en la tierra51.

También por medio de esta devoción podemos lograr la indulgencia plenaria, siguiendo paso a paso –física y mentalmente– las catorce representaciones en un Vía Crucis legítimamente erigido52.

Otras oraciones

El Ángelus y el Regina Coeli. Breves oraciones para saludar a media jornada, suspendiendo nuestro trabajo habitual, a nuestra Madre del Cielo. Se reza durante todo el año y el Regina Coeli en el tiempo de Pascua; la Visita al Santísimo Sacramento: Asoma muchas veces la cabeza al oratorio, para decirle a Jesús: … me abandono a tus bbrazos.

– Deja a sus pies lo que tienes: ¡tus miserias! ¡tus cobardías!

– De este modo, a pesar de la turbamulta de cosas que llevas tras de ti, nunca perderás la paz. Normalmente basta con rezar una estación –es decir, tres veces el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria precedido de alguna jaculatoria de adoración a Jesús Sacramentado–, concluyendo con una comunión espiritual (por ejemplo: “Yo quisiera Señor recibiros con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra santísima Madre, con el espíritu y el fervor de los santos”).

Resulta muy conveniente, al final del día, antes de dormir, rezar delante de un cuadro o una imagen de la Virgen, Tres Ave Marías pidiéndole con humildad y confianza que nos ayude –a nosotros y a nuestros conocidos– a vivir con delicadeza la virtud de la santa pureza. Para este efecto es de mucha utilidad también repetir con frecuencia la conocida súplica:

“Bendita sea tu pureza

y eternamente lo sea

pues, todo un Dios se recrea

en tan graciosa belleza.

 

A ti celestial princesa

Virgen Sagrada María,

yo te ofrezco en este día

alma, vida, y corazón.

 

Mírame con compasión

no me dejes Madre mía.

 

Otra devoción que hemos de practicar con asiduidad: rezar y dar gracias en las comidas, por los alimentos que vamos a tomar o por los que hemos recibido por la bondad de Dios.

Sin ánimo de multiplicar indefinidamente las oraciones, termino con una última recomendación. Conviene mucho no dejar en el olvido las pequeñas oraciones aprendidas desde niños de labios de nuestras madres y abuelas. Muchas almas santas y sencillas las repitieron durante toda su vida con gran provecho para su piedad.

Ojalá, joven lector, que todas estas sugerencias sirvan para despertar en tu vida un nuevo horizonte: vale la pena estrechar los lazos de amistad con Nuestro Dios, a través de la oración.

NOTAS:

51 J. Escrivá de Balaguer, Vía Crucis, introducción.

52 Cfr. Enc. Indul. n. 63.

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