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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

Señor, ¡Que no sé hacer oración! (13)

Ahora, les presentamos otro ensayo del Padre Carlos Chávez Shelly, titulado: Señor, ¡Que no sé hacer oración!, que nos introduce al tema de lo que es la “oración”, ésa relación especial, natural e íntima que se establece entre el ser humano y Dios Padre, su Creador (Parte 13).

… ¿CÓMO HACER ORACIÓN?

Gracias, perdóname y ayúdame más

Hace muchos años un sacerdote amigo me aconsejó que un modo estupendo de hacer oración, era el de dividir por partes iguales el tiempo dedicado a esta práctica, unos minutos para dar gracias a Dios, unos más para pedirle perdón y el resto para pedirle favores y alabarlo: los fines de la Santa Misa.

Efectivamente, es un método estupendo. Podrá parecer a primera vista que se caerá pronto en lo mismo, repitiendo siempre las mismas cosas. Pero no: inténtalo y verás que encontrarás siempre matices nuevos, tonalidades diferentes.

* Dar gracias a Dios. Ser agradecidos. A Él le gusta. ¿Recuerdas aquel pasaje del Evangelio cuando curó a 10 leprosos y sólo uno regresó a darle las gracias?26” ¿No son 10 los que han quedado limpios? ¿Dónde están los otros 9? (versículo 17). El Señor echa de menos la gratitud. No te vaya a ocurrir a ti otro tanto.

Piensa cuántas cosas tienes que agradecer: tu fe, tu familia, tu salud, tus amistades, la oportunidad de estudiar y de trabajar, y de seguirte formando cristianamente en compañía de ese grupo tan simpático de jóvenes; y también los bienes materiales que tienes… y lo que te pueda faltar, porque las carencias son otro tipo de caricias de Dios.

“Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en de gracias, muchas veces al día: Porque te da esto y lo otro. Porque te han despreciado. Porque no tienes lo que necesitas o porque lo tienes. Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es también Madre tuya. Porque creó el sol y la luna y aquel animal y aquella otra planta. Porque hizo a aquel hombre elocuente y a ti te hizo premioso…

Dale gracias por todo, porque todo es bueno”27.

¿Ves qué fácil? Digamos… 5 minutos diarios dando gracias a Dios, cada día por motivos diferentes, o los mismos… qué importa, y verás que se te pasan volando.

* Pídele, pídele mucho. A Él le encanta: “Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamadad y se os abrirá”28. Comenta San Josemaría Escrivá: “Haz oración. ¿En qué negocio humano te pueden dar más seguridades de éxito?”29.

Conocí un chamaquito que –astutamente– siempre que iba a la iglesia con sus papás, se hincaba muy devoto… y empezaba a pedir en voz alta una bicicleta. Sus papás tenían miedo de que lo fueran a atropellar. Pero él siguió pidiendo… y nunca tuvo bicicleta. Sin embargo, Dios le ha dado mucho más: Mucho, muchísimo más, y no precisamente en el género de los medios de locomoción… sino en cosas importantísimas.

Se cumple a la letra lo que escribía San Agustín a Proba, un discípulo suyo: “Puede resultar extraño que nos exhorte a orar Aquel que conoce nuestras necesidades antes de que se las expongamos, si no comprendemos que nuestro Dios y Señor no pretende que le descubramos nuestros deseos, pues Él ciertamente no puede desconocerlos, sino que pretende que, por la oración, se acreciente nuestra capacidad de desear, para que así nos hagamos más capaces de recibir los dones que nos prepara”30.

Tú pídele. Y mientras mejores cosas pidas –más orientadas a tu salvación eterna y a la de los demás–, más garantías tienes de recibir: pídele osadamente la Santidad; ir superando tus defectos y adquiriendo las virtudes; pídele por tus parientes y amigos… que vayan bien, que vivan en gracia; pídele por tu vocación… esa vocación especial que te hará muy feliz aquí en la tierra –si eres fiel– y eternamente feliz en el cielo; pídele por el Papa, y la Iglesia y los sacerdotes… y por la humanidad.

Cinco minutos diarios de peticiones… te parecerán insuficientes; es más, ridículamente escasos.

* “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!” Así gritaba Bartimeo el ciego a la salida de Jericó –la ciudad amurallada–, cuando pasaba Cristo: ¡quería ver!31. Y nuestra madre la Iglesia nos enseña a pedir perdón utilizando estas palabras: “¡Señor Jesús, Hijo de Dios, Ten compasión de mí porque soy un pecador!”, soy un ciego que no veo la malicia tremenda del pecado.

Dedícale 5 minutos a pedir perdón. Por tus pecados. Por tus faltas de generosidad y de Amor de Dios. Porque dejaste ir aquella oportunidad de hablar de Dios al amigo que lo necesitaba… por cobardía. Por tus impurezas, por tus egoísmos, por tus corajes… y también –con corazón grande– por todos los pecados de todos los hombres, de todos los tiempos. “Ama a Dios por los que no le aman: debes hacer carne de tu carne este espíritu de desagravio y de reparación”32.

Es una forma hermosísima de hacer oración: desagraviar, pues Dios y su Madre sin mancha están muy agraviados por tantos pecados que cometemos. Basta con ojear los periódicos o ver los noticieros en la TV: guerras, asesinatos, robos, injusticias, terrorismo, discriminaciones, drogadicción y narcotráfico, satanismo. Y los millones de abortos –auténticos asesinatos de niños inocentes–… y las campañas continuas de anticonceptivos… dizque para que “la familia pequeña viva mejor”… y el divorcio, y la eutanasia (“El derecho a morir con dignidad” (?)). Y la pornografía y las más absurdas aberraciones sexuales… Tan sólo hojea el periódico…

NOTAS:

26 Cfr. Lc. 17, 11-9.

27 San Josemaría Escrivá, Camino n.268.

28 Lc 11,9.

29 San Josemaría Escrivá, Camino n. 96.

30 Cfr. CSEL 44, 57.

31 Cfr. Mc 11, 46-52.

32 San Josemaría Escrivá, Forja n. 444.

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