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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

¿Me creo más que los demás? / Recuperar la vergüenza

1) Para saber

Los pasajes del Evangelio son siempre actuales, pues reflejan el modo de actuar que tenemos las personas. Hay uno en concreto, en donde los Apóstoles discutían sobre quién era el más importante entre ellos. Sin embargo, cuando Jesús les pregunta sobre qué venían discutiendo, se quedan callados. Podríamos imaginarnos que les dio vergüenza decir sus pretensiones. El Papa Francisco, al comentar dicha escena, nos previene ante las tentaciones de la ambición y la mundanidad que se dan en todas partes, también en la Iglesia.

¿Qué hacer ante la tentación de querer sobresalir, de sentirse más grande que los otros, de querer ser admirado? El Papa dice que el remedio es pedirle al Señor la gracia de la “santa vergüenza”, aquella santa vergüenza que nos haga preguntarnos ante una situación similar: ¿Soy capaz de pensar así? ¿Soy capaz de hacer eso? Cuando veo a mi Señor en la cruz, ¿soy capaz de creerme más?

2) Para pensar

“Pequeñeces” es una obra española de fines del siglo XIX que sigue teniendo actualidad debido a la crítica que hace el autor, el jesuita Luis Coloma, contra los vicios y costumbres inmorales de la sociedad, que suelen acompañar al ser humano. En esta novela la protagonista lleva el nombre de Currita Albornoz.

Currita era una mujer que quería sobresalir entre todos. Su fin era llamar la atención y ser siempre la primera en todo. Quería que todos hablaran de ella, no importaba si bien o mal, sólo le era importante estar en boca de todos. De Currita –aseguraba Coloma– se hubiera podido decir lo que decía un escritor: «Si asiste a una boda, quiere ser la novia; si asiste a un bautismo, quiere ser el recién nacido; y si asiste a un entierro, desearía ser el muerto a quien todos le lloran».

Pensemos si nuestro comportamiento no se parece muchas veces al de Currita, y necesitamos recuperar la vergüenza para rectificar.

3) Para vivir

Refiriéndose al pasaje del Evangelio referido al principio, Francisco resalta que los Apóstoles “eran gente buena que quería seguir al Señor. Pero no sabían que el camino del servicio al Señor no era tan fácil, no era como enrolarse en una asociación de beneficencia, para hacer el bien; no, era otra cosa… Podemos pensar en las parroquias u otras agrupaciones: ‘Yo quiero ser presidente de esta asociación, ser más’. ‘¿Quién es el más grande aquí?’ ‘¿Quién es el más grande en esta parroquia? No, yo soy más importante que ese, que el otro de allá que no ha hecho lo que yo’. Y así, tenemos la cadena de pecados”, se lamenta el Papa.

Y luego, la tentación de la mundanidad hace que “uno hable a espaldas del otro” y “se crea más”, naciendo la envidia y querer lo que los demás tienen. Si un puesto importante se lo asignan a otro, nos enojamos y ya no queremos laborar, nos sentimos indignados. Sin reflexionar que es nuestra soberbia la que nos hace creernos mejores que los demás.

El Papa Francisco nos invita a recuperar la vergüenza que nos hará rechazar esos deseos pobres, mezquinos y egoístas. Nuestro Señor les recuerda a los Apóstoles que “si uno quiere ser el primero, debe hacerse servidor de todos”. La solución es servir, pues nos hace olvidarnos de nosotros mismos para pensar y amar a los demás.

 

@voxfides

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