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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

El Moño Blanco / No es cristiano vengarse

1) Para saber

Para acabar con un mal, se presentan dos opciones, más no válidas ambas. Una sería combatirlo con otro mal: es lo que origina muchas peleas, ante un golpe, físico o moral, se responde con otro golpe. Pero hay otra opción: no responder con la misma moneda, sino con un bien; en una palabra: perdonando.

A esto último invitaba hace pocos días el Papa Francisco: “No intercambiar el mal con el mal, a vencer el mal con el bien, la ofensa con el perdón: el cristiano jamás puede decir, ‘me las pagarás’. ¡Jamás! Esto no es un gesto cristiano”.

La ofensa se vence con el perdón; para vivir en paz con todos: “¡Esta es la Iglesia!…, pues es una de las maneras de vivir el amor. Y el amor es fuerte y tierno. Es bello”.

2) Para pensar

Había una familia, cuyos padres, buenas personas y responsables, procuraban transmitirles a sus hijos los valores que les permitieran madurar. Sin embargo, uno de sus hijos, a los 17 años se rebeló y les comentó que estaba cansado de ir a la iglesia cada domingo y de obedecer, que prefería irse con otros jóvenes “normales” que se divertían a lo grande en fiestas. Que a su edad ya vivían fuera del hogar y hacían lo que deseaban sin tener que dar cuenta a nadie.

Los padres sintieron una gran tristeza y desilusión, y aunque procuraron dialogar con él, no se los permitió y huyó del hogar. Por un tiempo supieron de él a través de conocidos, pero llegó el momento en que desapareció y ya no supieron más de ese hijo.

Después de varios años recibieron una carta. ¡Era de su hijo! Daban gracias a Dios porque estaba vivo. En ella, su hijo les mencionaba que estaba bien, que incluso tiene ya una familia, con esposa e hijos. Les contaba de sus tropiezos, y que ahora como padre que es, ya entiende lo mucho que les hizo sufrir.

Les comentaba que deseaba verlos, estrecharlos y mostrarles a su familia, pero entiende que no lo quisieran perdonar. Por eso solo les mostraría el hogar donde creció a su familia desde el tren que pasaba cerca de la casa. Al final les pedía que si le perdonaban, pusieran en el árbol de su casa un moño blanco, para entonces bajarse del tren y abrazarlos.

Grande fue su sorpresa cuando al pasar no vio un pequeño moño blanco, sino una grande, muy grande, sábana blanca que cubría por completo el árbol, la cual sus padres pusieron para que supiera el tamaño de su perdón y lo mucho que siempre lo han amado.

3) Para vivir

A veces podríamos pensar que Dios nunca nos perdonará por haber malgastado los talentos que Él nos ha dado y el poco interés que hemos mostrado en las cosas espirituales. Y creer que ya es demasiado tarde para empezar de nuevo a relacionarnos con Dios.

Pero al igual que en el ejemplo, la misericordia y el amor de Dios son infinitos y siempre está esperándonos. Dios es la bondad infinita. Y espera que luchemos por también tener esa bondad para con todos los demás, especialmente por quienes se sienten abatidas por el peso de la vida y de las propias culpas y no logran más levantarse.

El Papa nos pide que el calor de toda la Iglesia debe hacerse todavía más intensa y amorosa: “soportar con el otro, sufrir con el otro, acercarme a quien sufre… una palabra, una caricia, pero que salga del corazón, esto es la compasión”.

@voxfides

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