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Sobre las palabras del Papa Francisco sobre diaconado femenino

En una conversación una amiga comentó: ¿Os habéis enterado de que el Papa está a favor de que las mujeres sean diáconos? Me quedé perplejo. Inmediatamente respondí: ¿seguro que el Papa ha dicho eso? Leyendo sus palabras me di cuenta que no afirmó eso.

Lo primero, antes de entrar en harina, es que no hay que poner en la misma balanza, sin más, porque no es equiparable, el diaconado de la Iglesia primitiva (las diaconisas) y el diaconado que conocemos en la actualidad. (En caso contrario se cometería un grave error desde el punto de vista histórico, teológico, eclesial, litúrgico…, porque, aunque comparten el mismo nombre, tienen funciones distintas).

En este tema y en otros no nos podemos conformar con lo que algunos dicen que ha dicho, en este caso, el Papa Francisco. Hay que ir a la fuente. Y esta son las palabras expresadas en su discurso-encuentro. Basándonos en ellas y tras su detenida lectura lo que hay que afirmar rotundamente es que en ningún momento de su “discurso” el Papa Francisco dice que tenga intención de introducir la ordenación de diáconos-mujeres. Así es, el Papa lo que ha afirmado es que va a crear una Comisión de Estudio sobre el diaconado femenino en la Iglesia primitiva, no sobre su ordenación, es decir, quiere clarificar cómo era el diaconado en la Iglesia primitiva.

En concreto, en la audiencia-encuentro que tuvo lugar en el Vaticano ante cerca de 900 representantes de la Unión Internacional de las Superioras Generales, éstas presentaron al Papa Francisco cuestiones que consideran urgentes. El Papa, por su parte, fue respondiendo a las cuestiones planteadas. Además, invitó a las consagradas (llamadas comúnmente monjas) que evitasen los riesgos del “feminismo” y de la “servidumbre”, pues ésta no tiene nada que ver con el “servicio” en la Iglesia; que las consagradas sean “místicas”, no “momias”; que diesen el espacio justo al reposo y que no descuidasen a las hermanas ancianas o aquellas enfermas.

Entre esas cuestiones, las consagradas también le preguntaron al Papa por qué la Iglesia excluye a las mujeres de servir como diáconos. En efecto, las religiosas explicaron al Pontífice que las mujeres servían como diaconisas en la Iglesia primitiva y le preguntaron: “¿Por qué no constituir una Comisión Oficial que pueda estudiar la cuestión?”.

El Papa les recordó que el antiguo papel de las diaconisas no está muy claro. Se preguntó en voz alta: ¿Qué eran estos diaconados femeninos?, ¿tenían ordenación o no? y dijo que estaba dispuesto a crear una Comisión de Estudio. Sobre este último punto afirmó textualmente: ¿Constituir una Comisión Oficial que pueda estudiar la cuestión? Creo que sí. Sería por el bien de la Iglesia clarificar este punto. Estoy de acuerdo. Hablaré para hacer algo por el estilo. Me parece útil tener una Comisión que lo aclare bien.

Insisto: el Papa Francisco se comprometió a crear una Comisión que estudiase la cuestión del diaconado femenino. Pero este compromiso es muy distinto a decir que el Papa está a favor de su ordenación.

En este sentido, hay que recordar tres cosas:

1) La Comisión Teológica Internacional ya se ocupó del tema y llegó a la conclusión de que las funciones de las diaconisas de las primeras iglesias no eran equivalentes al diaconado actual.

2) También la Comisión Teológica Internacional afirmó que la unidad del sacramento del Orden, en la distinción clara entre los ministerios del obispo y de los presbíteros, por una parte, y el ministerio de los diáconos, por otra, está fuertemente subrayada por la Tradición eclesial.

3) El Papa Francisco ha reiterado en varias ocasiones que la posibilidad del sacerdocio femenino es un capítulo cerrado.

También el Papa Francisco subrayó en su encuentro ante las Superioras Generales que la mayoría de las mujeres no están en los procesos de toma de decisiones de la Iglesia (desgraciadamente esto es así). Sostiene que las mujeres deben tener una voz mucho más fuerte en la Iglesia (con toda razón).

No obstante, es un error pensar que para formar parte del gobierno de la Iglesia es necesario la ordenación diaconal de las mujeres o cualquier otro tipo de ordenación, como si fuesen, a los que se les ha conferido el don del sacramento del Orden, los únicos que podrían gobernar la Iglesia.

Justamente, la propuesta del Papa es que haya más mujeres en cargos de responsabilidad a nivel de las parroquias, de las diócesis y del Vaticano. Muchos cargos desempeñados tradicionalmente por eclesiásticos no requieren la ordenación diaconal, ni sacerdotal ni episcopal. Participar en las deliberaciones y en las decisiones de gobierno de la Iglesia, es un derecho de cualquier laico. Es el derecho de todos los bautizados (varones y mujeres). La Iglesia depende de la corresponsabilidad de todos los cristianos (ordenados, laicos, monjas…).

Ciertamente, no podemos caer en la tentación del “clericalismo”, pensando que las funciones de gobierno de la Iglesia pertenecen exclusivamente a los que han recibido el sacramento del Orden y no también a los laicos. El Obispo no puede considerarse como si fuese el jefe de una empresa. La jerarquía eclesiástica (obispo, sacerdote y diacono) no es nunca un poder, sino un servicio.

Con todo, creo que en este asunto no se entiende correctamente, entre otros temas, qué es el diaconado. Muy brevemente. La ordenación de diácono no es un sacramento aparte, sino que participa del único sacramento del Orden en uno de sus grados. En efecto, el sacramento del Orden comprende tres grados: episcopado, presbiterado o sacerdocio y diaconado. Luego el que es uno es el sacramento del Orden; uno de los siete sacramentos de la Iglesia. El que lo recibe plenamente es el ordenado de obispo. Los otros (el presbítero y el diácono) participan en grado menor, pero del mismo y único sacramento del Orden. Eso sí, solo los obispos y presbíteros son sacerdotes.

Si se admite la ordenación de diáconos-mujeres, no sé por qué no se admite que sean candidatas para la ordenación sacerdotal. Como sostiene el cardenal Müller (actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe) no se puede separar el diaconado de las mujeres del sacerdocio femenino. Y no se puede separar por razón de la unidad del sacramento del Orden. Si se hiciese, sería, entonces, una verdadera discriminación de la mujer si se la considerara apta para el diaconado, pero no para el presbiterado o el episcopado. Se rompería la unidad del sacramento si, al diaconado como ministerio del servicio, se opusiera el presbiterado como ministerio del gobierno, y de ello se dedujera que la mujer tiene, a diferencia del varón, una mayor afinidad para servir, y por ello sería apta para el diaconado pero no para el presbiterado. Pero el ministerio apostólico en su conjunto es un servicio en los tres grados en los que es ejercido.

También hay que decir que entre otros argumentos (de Tradición, bíblicos…) la Iglesia no ordena a las mujeres no porque les falte algún don espiritual o algún talento natural o por su personalidad, sino porque, como en el sacramento del Matrimonio, la diferenciación sexual y de relación entre varón y mujer contiene en sí un simbolismo que presenta y representa en sí una condición previa para expresar la dimensión salvífica y nupcial de la relación de Cristo (varón-Esposo) y la Iglesia (femenino-Esposa). Si el diácono, con el obispo y el presbítero, a partir de la unidad radical de los tres grados del Orden, actúa desde Cristo, cabeza y esposo de la Iglesia a favor de la Iglesia, solamente un varón puede representar esta relación de Cristo con la Iglesia.

Seguimos centrándonos en el diaconado “actual”. Hoy día sólo existe el diaconado ordenado, luego se confiere al recibir el sacramento del Orden. Como en el caso del presbiterado, sólo el varón bautizado recibe válidamente la sagrada ordenación para acceder al diaconado. Ahora bien, el diaconado no es solamente un paso intermedio hacia el presbiterado, existen diáconos permanentes.

Común a todos los diáconos es no poder, a diferencia de los sacerdotes, presidir la eucaristía, confesar y administrar el sacramento de la Unción de los enfermos. Según el concilio Vaticano II, las funciones litúrgicas y pastorales del diácono son: administrar solemnemente el bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, asistir al matrimonio y llevar el viático a los moribundos.

Hay otra diferencia entre los diáconos y los sacerdotes. Mientras que los sacerdotes ordenados de rito latino, son ordinariamente elegidos entre varones creyentes que viven como célibes, es decir, que no se han casado, y que tienen la voluntad de guardar el celibato por el Reino de los Cielos, el diaconado puede ser conferido a varones casados.

En conclusión, de las palabras del Papa Francisco no puede deducirse que vaya a ordenar a mujeres para el diaconado (no es el objetivo de este artículo exponer críticamente las razones a favor y en contra de la ordenación de las mujeres, ni si los varones elegidos para ser ordenados sacerdotes u obispos han de ser o no célibes).

Finalmente, la Iglesia católica afirma dos cosas: el diaconado participa del sacramento del Orden y este sacramento lo reciben sólo varones. Segunda cosa: la Iglesia católica de rito latino confiere el sacramento del Orden en el grado de obispo y sacerdote o presbítero a varones creyentes en Dios que sean célibes.

Con todo, al querer crear el Papa Francisco una Comisión de Estudio sobre el diaconado femenino en la Iglesia primitiva, me parece que quiere verificar y ver cómo actualizar aquella forma de servicio, sabiendo que las diaconisas permanentes pueden representar nuevas posibilidades para la Iglesia. Claro está, ese nuevo diaconado sería distinto al ordenado y por supuesto a las órdenes femeninas ya existentes.

 

 

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