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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

¿Y la familia? Es tiempo de esperanza

El Papa Francisco publicó su muy esperada exhortación apostólica sobre el matrimonio y la familia, titulada: Amoris Laetitia (La Alegría del Amor). Si bien está dirigida a los cristianos, sus alcances van mucho más allá de la comunión de los bautizados. Estoy cierto que provocará una revolución pastoral y, al mismo tiempo, ayudará mucho a meterle inteligencia a los debates culturales sobre esta delicada temática. Comparto las siguientes reflexiones.

1.- Lo primero que me provoca es una profunda gratitud. En la cultura del descarte y del relativismo, pocas realidades humanas están tan sometidas a la frivolidad y el desprecio como la familia y el matrimonio. Por lo común, el trato que les conceden los medios académicos, intelectuales, políticos, opinocráticos y de comunicación, va desde la banalización de sus problemas, hasta la ingeniería social que pretende redefinirlas, cuando lo urgente es apoyarlas. Abundan las ocurrencias en ausencia de la inteligencia. Así, la Iglesia parece ser la única institución que se toma en serio nuestra humanidad y, en consecuencia, las realidades fundantes de cualquier sociedad y de las cuales depende nuestro buen desarrollo humano.

2.- La Exhortación es resultado de un debate típicamente católico que ha ocupado a varias generaciones, por lo menos desde el ascenso en el siglo XIX del modelo de familia pequeña, puritana, nuclear, bajo la sola autoridad del padre, es decir, la familia pequeño-burguesa (recordemos que la pequeña burguesía no es una clase social, sino un estado mental). La Iglesia también se vio afectada, lo que disparó un gran debate en su interior y en la sociedad. En su desarrollo, la Doctrina Social de la Iglesia fue desmantelando el modelito poco a poco. Un caso notable fue el de los católicos mexicanos quienes, en medio de la persecución (1914-1938), llevaron a cabo una serie de iniciativas, trabajo legislativo incluido, en apoyo de la familia entendida en su sentido más amplio de suerte que, a través de la colaboración del padre y la madre, nadie quedara desprotegido, ni carente de tierra, trabajo y techo. Basta con revisar los estudios de Ilse Escobar Hofmann sobre la vida de Miguel Palomar y Vizcarra, tan vilipendiado por la historia oficial; pero lo mismo puede observarse, si se prefiere, en la genial apologética de Chesterton.

3.- La Exhortación es, al mismo tiempo, resultado y resolución de estos grandes debates. En ella, se afirma la doctrina de la Iglesia que comprende al matrimonio y la familia como realidades antropológicas fundantes, a través de las cuales se organiza la sociedad, que se han expresado de distintas maneras a lo largo de los siglos, dentro de muy diversas culturas. Una realidad querida por Dios y que los católicos tenemos la responsabilidad de cuidar, promover y defender.

4.- Ante la emergencia humana que vivimos, los cristianos no debemos encerrarnos en el castillo de los puritanos, para señalar con el dedo del resentimiento a cuantos naufragan; como tampoco podemos pasar de largo justificando nuestra indiferencia bajo cualquier pretexto, por lo regular, de tinte relativista. La Iglesia debe salir a entregar su amor, compasión, auxilio y defensa, por decirlo al modo guadalupano. Es el tiempo de la misericordia.

5.- Francisco ha despejado con mucha sensibilidad pastoral el camino de la Iglesia. La propuesta es clara y ha sido tachada de escándalo por los puritanos y de locura por los relativistas. Es tiempo de fortalecer lo bueno que ya se hace, para poder imaginar nuevas aproximaciones y mejores horizontes; hay que valorar el testimonio de tantas familias que dan la batalla cotidiana, así como el camino de cuantos están en búsqueda, principalmente los jóvenes; es imperioso salir al encuentro de las personas para, desde su realidad concreta, discernir cada situación particular, con el fin de acompañarla e integrarla en la vida de la Iglesia de la mejor manera posible, con miras a una profunda relación con Dios y con el prójimo y; al mismo tiempo, abrir los brazos para acoger a tanta gente herida y sola, dejada a la deriva por el naufragio. Su lectura confirma mis esperanzas y provoca mi gratitud.

 

 

@voxfides

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